22 de febrero, 2020 / Función única / 3:19 horas de duración /
Promotor: Rodrigo Javier Arce Martínez.
Gustavo Emilio Rosales
Intérpretes y público se disponen a viajar. La obra musical
es el cambiante paisaje que electrifica cada medida del espacio a visitar. Los
recorridos son diversos, pero poseen tono común de jubilosa intensidad.
Saltos, sacudidas, bruscos movimientos de cabeza e inusuales
extensiones musculares trazan la actividad somática de este periplo común a
músicos y fanáticos. El público colma el recinto, calentado previamente por
Umbrales y Dead Poet Society.
Beta tiene tantos integrantes como las letras de su nombre y
—la experiencia actual brinda fe de ello— seguidores que
multiplican exponencialmente las historias que han forjado como banda desde 2011,
cuando su proyecto sonoro nació en San Andrés Cholula, Puebla.
Cuatro músicos capaces de suscitar el tremendo
jaleo que se vive ahora aquí y que serviría para ilustrar el pulso pasional del
rock mexicano: música inclasificable —y quizá por esta misma
razón clasificada como “metal progresivo”—, pero
plena de piel, de ardor, de cuerpos. Música hecha a mano para humanos. Esto es
lo de Beta, su gesto, su síntoma, su don: sonidos para dar, para gozar.
Blas
Cernicchiaro, en la guitarra principal y voz; Álvaro Contreras, corista y
segundo guitarrista; el bajista Arturo González y el baterista Julián André son
los pilares de Beta. No necesariamente son amigos de tiempo completo, pero en
su relación profesional priva una atmósfera amistosa que conjura la sombra de
los egos, de las poses. Son, en efecto, emotivos y espontáneos, pero gustan de
laborar en sus ámbitos particulares con programas digitales de composición y
experimentación sonora.
Son proclives
al rigor profesional, en busca de la máxima calidad, pero también se abisman
con frecuencia en los desafíos de la improvisación. Su objetivo principal es la
confección de una propuesta musical con identidad.
Todo
ello está aquí. Se ve, se siente, se escucha en idioma español. Es rock con
punch. La gente lo sabe y expresa su reconocimiento de manera generosa. Beta
está en su ropa, incluso en su piel, en forma de pegote, bordado o tatuaje.
Los
músicos también se encuentran en conocimiento de este idilio colectivo
encarnado; lo pagan como deben: brindando este conjunto de sonidos que cautivan
por su argamasa de voz afilada, voz de plata; guitarras que oscilan, con igual
contundencia, entre arpegios y riffs; percusiones contundentes como
patas de elefante en un osario de cristal.
Hacia
el final de la tocada y en el colmo del entusiasmo, el baterista cobra valor y
anuncia su deseo de arrojarse sobre la audiencia para cumplir el llamado
stage diving. Fatal es publicitar esta acción, que en todo caso debe ser
relampaguente, como el beso robado: por supuesto, el músico fracasa, pues
apenas si llega a chapotear entre las carnes.
De
inmediato, Blas, el vocalista, entra a salvar el honor mancillado de su colega
y se precipita hacia su horizonte con evidente imprudencia, pero con un poco de
mejores resultados gracias a la bonhomía de los espectadores en vanguardia,
atentos a sostener su titubeante navegar. También esto es Beta: la entrega
decidida hacia lo cursi. Agustín Lara hizo fama y fortuna a partir de dicha
vocación; quizá también ellos las logren; por lo pronto, su tercer y más
reciente disco, Medusa, se difunde con marcha firme, fuerte y más que
merecida. ♪
Programa
Intro / Lejos / Firmamento / Aire / Fantasma / Tr3s /
Salvador / Secretos / Segunda piel / Veneno / Colores / Hombre sin nombre /
Pausa / Yo fugaz / Luces / Atlas / O+ / Cavidad / Cassiopea II / Medusa /
Celestiales.
Beta en internet: http://www.betaoficial.mx.
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