National Theatre de Londres / 26 y 27 de enero, 2020 / Dos funciones /
3:20 h de duración / Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Fernando
Figueroa
A
partir de la novela Small Island, de
Andrea Levy, el director Rufus Norris monta un espectáculo multimedia que conmueve
por su contenido e impresiona gracias a un dinamismo escénico que transforma
las casi tres horas y media de duración en un lapso breve.
Una isla pequeña cuenta
la historia de los jamaiquinos que, al término de la Segunda Guerra Mundial,
emigran a Gran Bretaña sólo para comprobar que ahí no son bien recibidos. Que
muchos de ellos hayan participado en esa conflagración, arriesgando sus vidas,
no les da el estatus de ciudadanos de primera; para algunos ingleses, esos
extranjeros siguen siendo “negros que deben volver a su jungla”.
La
novela de Andrea Levy, basada en hechos reales, recibió varios premios en
Europa y vendió un millón de ejemplares. Ella supervisó la adaptación al teatro
que hizo Helen Edmundson, pero murió pocas semanas antes del estreno.
De
raíces jamaiquinas, Levy nació en Londres, ciudad donde se desarrolla gran
parte de la trama de Una isla pequeña.
A fines de los cuarenta del siglo pasado, las carencias asolan a gran parte de
los británicos y eso agudiza la doble discriminación contra los pobres de
origen afroamericano.
Hortense
(Leah Harvey) es una maestra de primaria, graduada con honores en Jamaica, pero
en Inglaterra no le reconocen ningún grado escolar. Su esposo y paisano Gilbert
(Gershwyn Eustache Jr.), antes enrolado en la Real Fuerza Aérea británica, sólo
consigue trabajo mal remunerado en una oficina de correos londinense.
Hortense
y Gilbert viven en un cuarto que les renta la bien intencionada inglesa Queenie
(Aisling Loftus), cuyo marido es racista y apocado, de nombre Bernard (Andrew
Rothney). Este último fue a la guerra y se hizo tontamente el desaparecido;
durante su ausencia, Queenie tuvo un amorío pasajero con el jamaiquino Michael
(CJ Beckford) y se embarazó.
La
historia salta en el tiempo y el espacio gracias a un escenario giratorio e
imágenes de video que se proyectan en una gran pantalla semicircular
(escenografía de Katrina Lindsay). Los personajes principales inician su recorrido
en el campo caribeño, donde el aparente paraíso tropical es en realidad un
sitio en el que la pobreza se transforma en miseria con el paso de los
huracanes.
Pese
a tantos avatares, la población de Jamaica no pierde la sonrisa ni las ganas de
cantar a capela o acompañados de un banjo en vivo, dentro del género
tradicional llamado “mento”. También hay música grabada por Jazz Jamaica
Allstars y el London String Group; en el caso de los primeros, su trabajo sirve
para sonorizar imágenes antiguas de Piccadilly Circus en plena ebullición, los
otros se encargan de dar realce a los pasajes más dramáticos. Todas las
composiciones son de Benjamin Kwasi Burrell.
Tanto
la novela como la obra de teatro muestran las desventuras de miles de inmigrantes
de ayer que bien pueden ser los de hoy, perfectamente representados por
Hortense, Gilbert y Michael. Un cuarto personaje es el niño recién nacido, de
piel oscura, quien vivirá un futuro incierto alejado de sus progenitores. ♪
Small Island
del National Theatre en internet: http://ntlive.nationaltheatre.org.uk/productions/73263-small-island
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