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Foto: Toni Francois / Archivo Auditorio Nacional. |
No hay dos sin tres / Cuatro funciones / 29 y 30 de noviembre, 9 y 10 de diciembre, 2019 /
2:10 horas de duración / Promotor: Erreele Producciones S.A. de C.V.
Julio
Alejandro Quijano
Serrat
se acerca a Sabina. Por un momento parece que se darán un beso. Y sí. Se lo
dan. No es el primero, llevan un año juntando a veces sus labios, otras sus
mejillas, según el entusiasmo de cada show en la gira No hay dos sin
tres.
Los
primeros besos entre estos septuagenarios sorprendieron a algunos ingenuos y
hasta aparecieron en periódicos con titulares que insinuaban cierto escándalo, ratificando
la frase publicitaria con la que se les conoce cada vez que giran juntos: dos
pájaros de cuenta.
La
verdad es que ese beso no es polémica, sino resumen de vida porque actualmente
son pájaros. pero hace medio siglo eran apenas unos polluelos y desde entonces
las buenas conciencias querían cobrarles algunas facturas.
Cuando
Serrat toma la guitarra para acompañarlo en “Aves de paso”, cada rasgueo es el
recuerdo de la razón por la que comenzó en la música. “La verdad es que empecé
a tocar este instrumento porque de esa manera era más fácil tocar a las
muchachas”, explica.
En
Sabina es todavía más fácil rastrear su compromiso con la travesura moral. “Yo
lo único que no le perdono a la mujer es que no tenga punto de vista erótico”,
dice con socarronería.
Nada
hay de raro entonces en que después del beso, ambos se justifican con una frase
lapidaria: “También hemos compartido música y alcohol”, rememora el catalán. “Y
a algunas mujeres, no lo olvides”, agrega el de Ubeda, lo que es el pretexto
perfecto para “Pero qué hermosas eran”, cuya letra es otro de esos pagarés que
se le quiere cobrar a Joaquín en aras de lo políticamente correcto.
“Arpía”
y “bruja” son palabras prohibitivas para referirse a una mujer en la época
actual. “¡Pero si soy el más feminista!”, grita él cuando le reprochan que la
letra se refiera con esos conceptos a su primera y segunda mujer. Serrat lo
explica así: “Este concierto es una completa retrospectiva de nuestras carreras,
una antología. Y la verdad es que la revolución más grande del siglo veintiuno
es la feminista”.
Una
vez saldada esa cuenta, queda pendiente una más grande y no es con quienes los
critican sino entre ellos mismos. Porque nadie llega a los besos de la nada,
para eso primero tiene que haber odio… aunque sea de mentiras.
Cuando
Joan Manuel se queda solo en el escenario, lo que hace es hablar a sus espaldas.
“Joaquín es un gran amigo, aunque algo egoísta. Si se aplicara sería una buena amistad,
pero la verdad es que ahora es muy liviano porque el noventa por ciento de su
masa corporal son mentiras”. Le dedica “Las malas compañías” y remata con una
ironía millennial: “Es un hombre tan admirado que ahora hasta le están
haciendo una película biográfica, pero nadie sabe cómo van a llenar el
argumento cuando quiten todo lo que son mentiras… además, piensa que Netflix es
una marca de pañuelos desechables”.
Ante
semejante acusación, a Sabina no le queda más que la negación. “No le voy a
contestar porque yo tengo una excelente educación y me enseñaron que hay que
darle la razón a las personas mayores”. El argumento sirve para que diga y
cante “Lo niego todo”, aunque en realidad es apenas un lustro mayor que él con
sus 70 años.
En
su juventud rara vez cruzaron caminos y mucho menos ideales. Los setenta y
ochenta fueron años de activismo político para el catalán, mientras que el
andaluz prefirió la marca del bohemio maldito que vivía al límite de los
excesos.
¿Qué
raro conjuro los reúne ahora con tanto entusiasmo? Porque esta es la tercera
vez que hacen gira y en “La del pirata cojo” hasta se disfrazan de corsarios
mientras un barco virtual navega en una pantalla gigante detrás de ellos, como
si recordaran viejos juegos infantiles.
Sabina
tiene una explicación, primero geopolítica y luego emocional. “Se preguntarán
por qué nos separamos y juntamos tanto. Pues hay algo muy simple: nosotros
estamos en un pico de Europa que está hecho un caos con el Brexit, los chalecos
amarillos, los catalanes. Así que pensamos en reunirnos para ir al sur de
Latinoamérica, que es una balsa de aceite. Así llegamos a Chile, Bolivia,
Colombia y Ecuador”, ironiza respecto a las movilizaciones sociales que agitan
a esos países. “Entonces dijimos: ‘vámonos a México, ahí sí hay ventajas; si le
dieron asilo a Evo Morales, también nos lo darán a nosotros’”.
La
otra respuesta es más cercana a la realidad: “También nos hemos dado cuenta de
que cuando estamos juntos trabajamos la mitad y ganamos el doble. Así que
nuestra amistad es nuestro mejor marketing”.
Pero
como todo en Sabina, esto que dice no es una verdad completa. Tampoco una
mentira, acaso una media verdad, como dice en su letra de “Es mentira”.
Porque
además del beso, cuando cierran el concierto juntos con “Fiesta”, se dan un
abrazo y se miran a los ojos para reconocerse como cantautores que atravesaron
el franquismo, vivieron la democracia española y ahora, efectivamente, gozan de
su reputación global como dos pájaros de cuenta. Y eso no se puede decir a
medias. ♪
Programa
Esta
noche contigo / No hago otra cosa que pensar en ti / Ruido / No hago otra cosa
que pensar en ti / Aves de paso / Las malas compañías / Lo niego todo / Cuenta
conmigo / De cartón piedra / Pero qué hermosas eran / Una canción para
Magdalena / Por el boulevard de los sueños rotos / Un mundo raro / 19 días y
500 noches / Peces de la ciudad / Y sin embargo / Y nos dieron las 10 / Nanas
de cebolla / Cantares / Tu nombre me sabe a hierba / La del pirata cojo / Mediterráneo / Contigo / Pequeñas cosas / Hoy
puede ser un gran día / Fiesta.
Serrat
y Sabina en internet: https://serrat-sabina-nohaydossintres.com/
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