National Theatre de Londres presenta / 13 y 14 de octubre, 2019 /
Dos funciones / 1:50 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Fernando
Figueroa
En
los diez años del programa National
Theatre Live, destaca en especial el trabajo de Simon Russell Beale, quien viró
con maestría de la chispeante comedia London
Assurance, de Dion Boucicault, a la farsa Collaborators, de John Hodge. En la primera interpretó a un simpático
hombre maduro enamorado de una mujer dominante, y en la segunda se puso en los
zapatos de un Joseph Stalin deseoso de escribir sus memorias con ayuda de
Mijaíl Bulgákov.
Ahí
no para el asunto. En el NT Live, Russell
Beale también se ha mostrado como un gran protagonista en obras de William Shakespeare:
Timón de Atenas —el filántropo
transformado en misántropo— y Rey Lear,
el mítico monarca traicionado por sus hijas.
En
2014, cuando el histrión se convirtió en Lear, dijo que le preocupaba
interpretar ese papel porque en el futuro no veía trabajos que pudieran
apasionarlo de la misma manera. Por lo visto, erró en su apreciación, porque
una vez más se posesiona de un personaje escrito por el Cisne de Avon y lo hace de manera sobresaliente.
Antes
de que el público disfrute de La tragedia
del rey Ricardo Segundo, se proyecta un video en el que el actor de origen
malasio dice que, tanto los conocedores de la obra como los que no saben nada
de ella, se llevarán una gran sorpresa.
El
asombro llega con un asfixiante montaje de este drama histórico bajo la
dirección de Joe Hill-Gibbins, quien encierra a los personajes en tres paredes
grises sin puertas ni mobiliario, sólo hay unos cuantos baldes con agua, sangre, tierra y lodo que serán usados
en su momento. El techo es un plafón blanco que proyecta luz sobre el escenario,
como si se tratara de un interrogatorio colectivo en alguna investigación
policiaca. Al parecer, no hay escapatoria.
Ricardo
Segundo ha gobernado muy mal su reino y, en consecuencia, lo destrona su primo
hermano Bolingbroke (Leo Bill). A partir de ese momento, inicia un proceso de
despersonalización de quien pierde el poder —que cree de origen divino— y se
enfrenta a la ingratitud de sus antiguos aduladores: “El afecto por un hombre
en desgracia es una rara joya”.
Mientras
el equilibrio emocional de Ricardo Segundo cae en picada, al punto de que ya
sólo busca “la paz de no ser nada”, la hasta entonces desdeñada nobleza entra
en una batalla campal donde no hay buenos ni malos, sólo seres en busca de
ascenso político y social a costa de lo que sea.
El
trabajo de los ocho actores en escena es convincente y muy parejo, aunque
destaca en especial Saskia Reeves al interpretar varios papeles en esta versión
abreviada.
Al
salir del Lunario, algunos espectadores se detienen en el vestíbulo para colocar
en su cabeza una corona de papel amarrillo —similar a la que luce Simon Russell
Beale en la portada del programa— y tomarse selfies,
mismas que les harán recordar una emotiva tarde de domingo atizada por el mayor
dramaturgo de la historia universal. ♪
La tragedia del rey
Ricardo Segundo en internet:
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