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Foto: Chino Lemus / Archivo Auditorio Nacional. |
10 de octubre, 2019 / Función única / 1:35 h de duración /
Promotor: José Antonio Herminda Morales.
Alejandro González Castillo
El
público agradece cantando. Así reconoce tantos años de detalles, de obsequios
atesorados desde la época en que no existía el formato HD y los televisores en blanco y negro significaban un lujo que no
cualquiera podía darse. Con una sonrisa colgada de los oídos, la audiencia
celebra que de pronto la invadan otros tiempos, los días de sueños y gozos, de
noches de baile. “Por los recuerdos, las gracias te doy”, entonan todos, y
desde el escenario, el responsable de colmarlos de memorias acepta su
responsabilidad arrojándoles un guiño cómplice.
En
su momento, Enrique Guzmán sonorizó millones de primeros besos, así como
incontables truenes sentimentales. Sería injusto calificarlo únicamente como un
pionero del rock and roll cuando en realidad su quehacer como baladista —tras
separarse del grupo con el que conoció las guitarras eléctricas, los Teen Tops—
es el que le ha permitido hacerse de un lugar en el músculo cardiaco de
múltiples generaciones. Así que esta noche no sólo quienes se nutrieron de
malteadas al lado de una rockola lucen encantados; los abuelos arriban
acompañados de hijos y nietos, y juntos celebran que Paul Anka haga acto de
presencia en las pantallas del foro para junto a Guzmán interpretar “Tu cabeza
en mi hombro”.
Sin
embargo, no sólo el de “Diana” hace un dúo virtual con el nacido en Venezuela.
Juan Gabriel lo sigue con “Uno de tantos” y José José prolonga la lista con “100
kilos de barro”, mientras Edith Márquez, Kalimba, Emmanuel, Pedro Fernández y
Alejandra Guzmán elogian el humor, carisma y profesionalismo del confidente de
secundaria. Existe un pretexto para todo ello: el álbum más reciente del
cantante, Se habla español, un
trabajo que rompe con más de treinta años de silencio discográfico y cuya
existencia su firmante justifica al aseverar, con tono chiqueado, que “ya
estaba hasta las chanclas de tanto everybody
por aquí y por allá”.
Entre
tanta celebridad desfilando en las pantallas, la presencia de Angélica María
provoca que gotas de lluvia salgan de los ojos de varios, y más cuando toma la
mano del anfitrión para ambos amalgamar sus voces en los versos de
“Secretamente” y así recordar cuando fueron novios. “Soy tu admiradora, Quique,
¿qué otra cosa quieres que sea?”, sentencia “la novia de México” para que el del
copete cano bese su frente mientras los escuchas solicitan, sin éxito, que la
de “Johnny el enojón” se quede por más tiempo. Dueño de la situación, el
también actor aprovecha para sorber de su copa y acordarse de las tardeadas en
el Salón Riviera, carraspeando por aquella época en la que sus preocupaciones
se concentraban, cuenta con añoro, en llegar temprano a casa para hacer la
tarea.
“¿Qué,
le metemos al rock and roll?” Es con esa duda que las calmadas se toman un
descanso y la hora del estrépito se inaugura para que, solícitos, los presentes
bailen sin levantarse de sus asientos, tal como hacían décadas atrás en los
convivios escolares, aunque esta vez no con tal de evitar sonrojos sino
contracturas musculares. Disfrutan a tope porque saben que están a punto de
abandonar el foro y detener el fluir de los recuerdos, por eso se despiden de
Enrique tal como lo recibieron: con una ovación de pie, sonriendo como aquel
“Payasito” que el intérprete describe al tiempo que un grupo de coristas
comandado por Beto Castillo le imprime estilo doo wop al momento. ♪
Programa
Mi
corazón canta / Más / Te seguiré / Tu cabeza en mi hombro / Cariño y desprecio
/ Gotas de lluvia / Papeles / Las hojas muertas / Buen viaje / Gracias por el
recuerdo / Secretamente (con Angélica
María)/ Anoche no dormí / Pensaba en ti / El rock de la cárcel / Popotitos
/ La plaga / 100 kilos de barro / Oye / Lo soy / Acompáñame / Uno de tantos /
Con y por amor / Payasito.
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Foto: Chino Lemus / Archivo Auditorio Nacional. |
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