Lunario Barroco presenta / 11 de julio, 2019 / Función única /
1:30 hrs. de duración / Promotor: Capella Barroca de México.
Alejandro González Castillo
Nadia Ortega
(soprano) y Nurani Huet (mezzosoprano) se acercan a los micrófonos, sonriéndose
entre sí, mientras Santiago Álvarez toma asiento frente al clavecín y Miguel
Cicero hace lo propio ante un sintetizador que emula el sonido del órgano.
Sobre ellos, un puñado de bombillas de enredado filamento ilumina discretamente
su accionar; es la media luz necesaria para que “Con tan tierno llanto” suene,
una composición que pretende ponerle fin al caudal de lágrimas que, tristes y
crueles, derraman los desdichados siempre que llega la aurora. “Detened el
llanto en que os deshacéis”, suplican las cantantes, confiando en que lograrlo
es igual de sencillo que apagar una vela con un hondo suspiro.
La pareja vocal
cuenta que la que hoy será escuchada es “música virreinal rescatada de
catedrales de México a la Patagonia”, un temario cuyo fin original era ser
interpretado “en los atrios, con tal de evangelizar al pueblo”. Se trata pues de
un repertorio donde caben autores como Juan de Araujo, Antonio de Salazar, Fray
Francisco Santiago, Roque Jacinto de Chavarría y Manuel de Sumaya, entre otros.
Aprovechando la llegada de “Aunque al sueño”, escrita por el último mencionado,
de origen oaxaqueño, se cuenta que “la mayoría de las veces, estas piezas eran
escritas por compositores europeos que llegaban a México buscando fortuna”, de
ahí que el caso de Sumaya —esta noche recordado con un tema que celebran
quienes pasan la noche sin dormir, aluzados por las llamas de la
ilusión— resulte excepcional.
Sin embargo, no
todo lo hoy interpretado cuenta con fines religiosos. “Suspiraba un zagala” se
anuncia distante del asunto al centrarse en los menesteres que cupido fragua
mientras afila flechas y puntería. En ese rol, sobresale el caso de “Tara qui
soi Anton”, una curiosa pieza interpretada en negrillo, una suerte de lengua
que, según la explicación de Ortega, “pretendía imitar el modo de hablar de los
esclavos africanos”. Además, está “Morenita con gracia es María”, donde se
discute sobre el tono de piel de una “gran señora” de estirpe real, y qué decir
de “Tortolilla que cantas”, un dulce agradecimiento al ave que trina bajo el sol
para que la escuchen los afortunados que estrenan los modales del amor.
Es Cicero quien
revela, mientras abandona el teclado para hacer sonar un pandero, que la música
virreinal puede interpretarse “improvisando, como hacen los jazzistas”. Y es
Álvarez el que lo apoya, al juntos edificar una pieza escrita por Girolamo
Frescobaldi: “Aria detta la Frescobalda”. La labor del dúo, al igual que la de
Nadia y Nurani, merece la ovación que hoy los despide: rescatar sonidos de
otros siglos, compases que solían habitar bajo campanarios y cúpulas, para
traerlos a un presente electrificado, bien podría calificarse como un milagro.
La clase de prodigios que en el Lunario suceden. ♪
Programa
Con tan tierno
llanto / Ay, cómo flecha la niña / Dad posada zagales / Aunque al sueño / El
cura Don Gil del Prado / Suspiraba una zagala / Tarara qui yo soi Anton /
Mercader que en un banco / Tortolilla que cantas / Versos del primer tono /
Aria detta la Frescobalda / Morenita con gracia es María / Dios y Josef
apuestan.
Santiago Álvarez
en Twitter: @Sanx415
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