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Foto: Edgar Rubio / Colección Auditorio Nacional. |
Lunario Barroco presenta / 18 de julio, 2019 / Función única /
1:50 hrs. de duración / Promotor: Capella Barroca de México.
David Cortés
El ciclo Lunario Barroco prosigue
y hoy toca el turno a Capella Barroca de México, quien llega al lugar con una
actitud desenfadada, antisolemne y divertida, cualidades que de inmediato
generan aprecio entre el público.
La agrupación nació en 1993 como una
encomienda que Sergio Vela, entonces director del Festival Internacional
Cervantino, hizo al flautista Horacio Franco, quien desde entonces ha sido su
director. Con ese nombre se mantuvo hasta 1998. En 2003 se transformó en la
Capella de Puebla y en 2010, asevera su fundador, se constituyó “como
Asociación Civil para que Capella Cervantina se convirtiera en Capella Barroca
de México”.
El programa de esta noche se compone por
el IV Libro de Madrigales de Claudio Monteverdi
(1567-1643), quien, afirma en repetidas ocasiones Franco, es el compositor más
importante del siglo XVII; sin embargo, este tipo de señalamientos, que en otra
boca se escucharían pedantes y eruditos, proferidas por uno de los mejores
flautistas de pico invitan a acercarse a la fuente con curiosidad y comprobar
que además de ser el padre de la ópera en el mundo occidental, fue un versátil compositor.
Por ello, el concierto tiene un
toque didáctico. En las pantallas laterales aparece la letra en italiano y su
correspondiente traducción al español, pero en cada una de las composiciones
presentadas, un total de veinte, Franco resalta algún detalle, una línea o
un par de ellas y la interpretación de la misma, que la Capella Barroca
ejemplifica. En ocasiones, esta demostración se hace como marca el canon para
luego ser comparada con una entonación llana, sin los matices e inflexiones que
la distinguen y la dotan de su ánima.
El líder de la agrupación rompe las formas
pero mantiene el foco en lo más importante: la música. Desde su vestimenta
hasta en la manera de dirigirse a los espectadores, Franco hace a un lado la sacralidad
que rodea a la música clásica. Días antes, aseguró que este concierto sería “interactivo”
y lo cumple. Cuando lo cree necesario, pondera el contexto y ayuda a que los asistentes
imaginen el lenguaje y a la sociedad de hace más de 300 años y, si lo considera
pertinente, establece puentes con nuestros días para ser más ilustrativo.
Detrás de él, los cantantes (Nadia
Ortega y Paulina Esqueda, sopranos; Nurani Huet, mezzosoprano; Eduardo Díaz
Cerón, contratenor-tenor; Orlando Pineda, tenor; Vladimir Rueda, barítono;
Daniel Cervantes, bajo), con voces dúctiles, capaces de transportar a los
presentes a sitios inimaginables o de ensueño, saben dónde y cómo poner el
acento y dotar de intensos colores los textos que utilizó Monteverdi para dotarles
de música.
“Cuando se vayan a sus casas, no
volverán a escuchar la música del siglo XVII de la misma forma”, señaló Horacio
Franco al comienzo de la sesión. Tal vez fue una hipérbole, pero luego de esta
demostración guiada y entregada con talento y corazón, se cuentan con más
elementos para disfrutarla. ♪
Programa
Ah dolente partita / Cor mio, mentre vi
miro / Cor mio, non mori? E mori! / Sfogava con le stelle un infermo d’amore /
Volgea l’anima mia soavemente / Anima mia, perdona (prima parte) / Che se tu
se’il cor mio (seconda parte) / Luci serene e chiare / La piaga c’ho nel core /
Voi pur da me partite, anima dura / A un giro sol de’ belli occhi lucenti /
Ohimé, se tanto amate/ Io mi son
giovinetta / Quel augellin che canta si dolcemente / Non piú guerra, pietate /
Si, ch’io vorrei morire / Anima dolorosa che vivendo / Anima del cor mio /
Longe da te, cor mio / Piagn’ e sospira.
Horacio Franco en Facebook: www.facebook.com/FlautistaHoracioFranco
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