13 y 14 de junio, 2019 / Dos funciones /
2:07 hrs. de duración / Promotor: Artaller.
Gustavo
Emilio Rosales
Los cuerpos en oficio de danza recorren el escenario con
lujo de requiebres, pausas casi imperceptibles y repentinos cambios de fuerza y
dirección. Se trata de modificaciones corporales que dialogan con el compás de
la guardia vieja, que es la tradicional escritura de 2x4 (dos negras por
compás), utilizada por los compositores del tango rioplatense hacia el inicio
del siglo pasado.
Esa base rítmica fue adquiriendo innovaciones
estructurales a medida que las letras cobraron protagonismo y tendencia hacia
una complejidad poética, lo que permitió que la práctica del baile
correspondiente —en su origen, ejecutada por parejas masculinas, mientras
esperaban turno para estibar la carga del algún barco en el puerto de Santa
María de los Buenos Aires, o ingresar a algún prostíbulo— pudiera también
experimentar nuevas figuraciones e intensidades, abordando géneros como la
milonga, y, hacia el último tercio de la era aludida, incorporando a sus ejes
dinámicas distintas, incluso contrastantes, como el ballet neoclásico y el
jazz.
El fascinante periplo cultural del tango signa el don
de Tangueros. Un ofrecimiento artístico que deleita, en primera
instancia, por la considerable calidad profesional de sus protagonistas: los
miembros del quinteto musical dirigido por el pianista Carlos Matus, quienes
son Clara Stern al bandoneón, la violinista Nadia Cano, el guitarrista Damián
Tuso y el contrabajista Mario Cortés; así como un colectivo de bailarines de
tango integrado por Karina Guillén, Cristian Sánchez, María O´Reilly, José Luis
Zamudio, María Julia Rodríguez y Carlos Blanco; un conjunto de intérpretes de
ballet en el que participan Lorena Kessler, Germán Pizano, Nayeli Pérez y
Francisco Osorio, con la intervención especial de la cantante María Inés
Montilla. Este equipo creativo desarrolla una dramaturgia de sonido y
movimiento que enlaza cuadros de estilo histórico y piezas de fusión
experimental.
Ambos caudales de cultura tanguera se ven
representados tanto en la música como en la danza. La primera los brinda por
medio de una lista de composiciones en la que conviven autores cercanos a la
guardia vieja, como Enrique Cadícamo, con clásicos como el también cantante
Carlos Gardel y el letrista Alfredo Le Pera, así como el acervo de quien fuera
la máxima figura de la innovación del género desde hace cinco a tres décadas
atrás: Ástor Piazzolla. Después de él llegó una nueva camada de
experimentadores representada por el proyecto electroacústico Bajofondo y el
movimiento cuestionador de roles sexuales llamado Tango Queer, entre otros.
Por lo que respecta a los territorios expresivos del
baile, hay focos de atención en figuras emblemáticas del tango de arrabal
(albañal, lugar pobre y sucio, proclive al crimen), como los compadritos (jóvenes
trabajadores, osados, y poco observadores de mandatos morales y legales) y los
malevos (pandilleros, pendencieros, hábiles para el delito y el manejo de armas
blancas); así como en el amplio y muy visitado flanco romántico, donde las
parejas experimentan sus posibilidades de creación y goce eróticos; sin perder
de vista la ejecución de maneras coreográficas con las que cuenta el ballet
contemporáneo para habitar las vasta riqueza de este arte que también es una
filosofía, sin dejar de ser ocasión de convivencia y seducción.
La directora de Tangueros, María O’Reilly, es
una gran bailarina —estrella del Taller Coreográfico de la UNAM—, amén de poseer
una sólida cultura acerca de los sistemas del tango. Su conocimiento, apoyado
en la colaboración de Víctor Cervantes, quien dirige los aspectos
coreográficos, se traducen en escena mediante un impecable fluir de ritmos
musicales y corporales, donde el vestuario, el maquillaje y los peinados,
elegantes y sensuales, lucen como otros tantos protagonistas del espectáculo.
Esta unión de rigor laboral y talento creativo genera
atmósferas atinadas: en algunas escenas nos trasladamos a una milonga de
barrio, donde el baile es disfrute ciudadano, sin restricción de edad o
condición económica; en otros vivimos el filo trágico del tango, en salones
clandestinos de hace un siglo, donde la disputa por una mina (mujer) ocasiona
el mítico duelo en que el cuchillo no retorna a su vaina sin haber probado
sangre.
No deja de ser curioso que el tango, acervo cultural
emblemático de las naciones del Río de la Plata, tenga un nombre de raíz
africana. En Uruguay asocian este hecho a los ritos del candomblé (síntesis de
religión animista, con rezos católicos y prácticas de brujería); en Argentina,
donde impera el pensamiento eurocentrista, se evitan referencias al respecto.
En Tangueros no hay alusión explícita a esta raíz, pero se filtran en el
espectáculo tonos latinos, como la inspiración musical de Agustín Lara, que
expanden el poder de este lance artístico hacia una experiencia memorable que
cualquiera de sus entusiastas testigos podría denominar como “un auténtico
deleite”. ♪
Programa
El día que me quieras / El choclo / Leo y Tuky /
Nocturna / Arráncame la vida / Tanguera / Nostalgias / Invierno porteño /
Roxanne / Tanguedia / Rondando tu esquina / Tango para Violeta / Concierto para
quinteto / A partir de hoy / Mala junta / Paciencia / Libertango /
Michelangello 70.
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