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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
Celebrando a una leyenda / 4 de junio, 2019 / Función única / 2:17 hrs. de duración /
Promotor: Suministros y Servicios Integrales NAMACO, S. de R.L. de C.V.
Gustavo
Emilio Rosales
Su
nombre artístico —guiño quizá no voluntario a la identidad expresada
parcamente en algunos idiomas
orientales, como chino o japonés— transmite el sello distintivo de
su hacer público: la abrumadora contundencia de la sencillez.
“Mary es mi amor”, “Cómo te extraño”, “Celia”,
temas
escritos y cantados por Leo Dan ostentan nulidad de
ostentación. A contracorriente de compatriotas contemporáneos como
Sandro y Leonardo Favio, que triunfaron al esgrimir presencia de
macho alfa, Leopoldo Dante Tévez apostó, como lo hizo Aaron Copland,
a trazar la fanfarria para el hombre común. Nunca quiso otra
existencia que la suya:
un joven mofletudo nacido en un pueblito de
Santiago del Estero, que llegó a Buenos
Aires a inicios de los años sesenta para
probar fortuna en el negocio musical y
de inmediato cautivó a todos con una candidez proclive a ser
objeto de museo en lo que Gustavo
Cerati llamaría,
décadas adelante, “La ciudad de
la furia”.
Hoy, cerca de cumplir ocho décadas de edad, Leo Dan
brinda su acervo acústico con beneplácito de monje iluminado. Es uno con el
numeroso público que, en estado de contagio, corea canciones y celebra en alta
voz, con risas y jaleos, los chistes de suegras y argentinos que el autor de “Fanny”
suelta entre temas que exhiben la buena forma de su voz y bailables a cargo de
cuatro guapas coristas que completan la agrupación, integrada también por un
conjunto de mariachi y un ensamble instrumental avezado en tejer puentes entre la
cumbia andina y la balada pop.
Con su austero traje oscuro de dos piezas y una camisa
color gris, el señor Leopoldo marca, con dulce picardía, el itinerario de
experiencias memorables que cada canción ha sabido captar, cuidar y glorificar,
desde la era en que la radio fue escuela de amor para millones, hasta la
actualidad, donde los nietos de aquellos pupilos del noviazgo aprehenden los códigos
del cortejo, el éxtasis y la agonía por medio de descargas digitales,
plataformas web o a través del streaming; todos ellos espacios en los
que se halla el reciente disco Celebrando una leyenda, donde músicos como
Rubén Albarrán de Café Tacvba; Vicente Fernández, Los Auténticos Decadentes y
Ricardo Montaner, entre otros, alternan con Leo Dan en la interpretación de su
repertorio emblemático.
La ruta de la memoria se adentra en dos noches, la de
la urbe y la del alma, y en un punto avanzado de la travesía el cantautor
argentino cede la estafeta a Armando Manzanero, que de inmediato coincide con
Leo Dan en el tono jocoso con un público más que complacido. “Mis padres
sacrificaron su libertad por la paz de la familia”, comenta el yucateco,
“pactaron en que se separarían cuando yo creciera: está de más decir que jamás
lo hicieron”. Y así, broma tras broma, brinda al piano siete de las piezas
marcadas a fuego en el cancionero de los románticos de pura cepa, haciendo uso
de una expresión vocal que, al no ocultar el paso de los años, propende hacia
los requiebres melancólicos del blues. El séptimo tema lo ofrece al alimón con
Manoella Torres, la vocalista estadunidense de ascendencia puertorriqueña que
él apadrinó hace cerca de medio siglo, bautizándola con el ya célebre mote de La
mujer que nació para cantar.
Manoella, quien luce espléndida en un vestido largo y
ceñido, tapizado con apliques barrocos, se deshace en agradecimientos a su
padrino y a Leo Dan, pero de inmediato toma con sobrada autoridad la batuta del
concierto para recordarnos, mediante la poderosa interpretación de temas aún
hoy día atrevidos, como “Huele a peligro”, que hace diez lustros fue
quien encabezó, desde el género femenino y en nuestro país, el combate contra
la censura de disqueras y estaciones radiales al persistir en el canto y
registro musical de piezas otrora consideradas como verdaderos atentados a las “buenas
costumbres”; verbigracia, “Acaríciame” y “Que me perdone tu señora”. Su temple
y capacidad vocal, intactos, abren paso a un cierre de tono épico, en el que
los tres protagonistas, desde cuerpos que suman 225 años de edad, transmiten la
clave incuestionable, escurridiza, de la eterna juventud: fidelidad a la
creación, en gozo y libertad. ♪
Programa
Leo Dan:
Te he prometido / El radio está tocando tu canción / Que Dios te aleje de mí /
Esa pared / Jesús es mi pastor / Toquen mariachis, canten / Qué tiene la niña /
Estelita / Fanny / Pero Raquel / Cómo te extraño mi amor / Sé que te amaré /
Libre, solterito y sin nadie / Celia / Por un caminito / Siempre estoy pensando
en ella / Mary es mi amor / Yo sé que no es feliz / Con Armando Manzanero:
Pero voy a cambiar / Inolvidable / Somos novios / Contigo aprendí / Adoro / Voy
a apagar la luz / Con Manzanero y Manoella Torres: No / Con Manoella
Torres: Me recordarás / Huele a peligro / A la que vive contigo / Por debajo
de la mesa / Leo, Armando y Manoella: Está tarde vi llover.
En internet:
Leo Dan: http://www.leodanproductions.com/
Armando Manzanero: http://www.armandomanzanero.com.mx/
Manoella Torres: http://www.manoellatorres.com/
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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
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