Titerino Circus Trouppe / 19 y 26 de mayo / Dos funciones /
1:15 horas de duración / Promotor: Teatrikon S.C
Julio Alejandro Quijano
“¡Ahora sí, prepárense
para recibir a una jirafa como no hay otra en el mundo!”, clama Trupo, el Jefe
de Pista de este circo en el que, efectivamente, existen animales que no se ven
en ninguno otro. “Es que ya los despidieron a todos”, dice en referencia a la
ley que, desde hace cuatro años prohíbe los espectáculos con animales.
Para la buena suerte de
Titerino Circus, así se llama la compañía, esta jirafa escapa a cualquier
prohibición, lo mismo que el chango que va engarzado en su cuello de madera y
el elefante rosa que viene detrás de ambos bailando a ritmo de cumbia.
La Trouppe creó este
espectáculo con la idea de combinar el arte circense con los títeres y el
teatro de cámara negra. El resultado es espectacular en números como el de la
malabarista que ejecuta su acto con hasta diez aros al mismo tiempo o el ataque
de decenas de manos enguantadas que acosan sin razón aparente a Trupo.
Pero también tiene
momentos de carcajada espontánea. Sucede cuando aparece la soprano del show,
acompañada en el piano por Noni Pelusas, quien se ocupa más en echarle
insecticida a un moscardón gigante que tocar las notas correctas. En medio de
la distracción aparece un perro peludo que decide ser el tenor de la noche. Con
mejor potencia y afinación, el can opaca a la soprano, que decide terminar las
comparaciones con una patada que manda al animal tan lejos que su aullido se
oye durante varios segundos antes de caer al piso.
Creada hace 39 años, La
Trouppe demuestra que este circo cumple con una regla máxima: la realización de
lo imposible. “El circo fascina porque no es explica intelectualmente”, dijo
Federico Fellini, el cineasta italiano. Es cierto. Por eso nadie se cuestiona
por qué uno de los elefantes es rosa, el otro es azul y los otros dos cafés.
Por el contrario, festejan que los paquidermos imiten en tono burlón a Lady
Pelucas, Nina Pelosi, Moñeta y Titirola
Por eso también muchos de
los asistentes (sin importar si tienen 10 años o 50) aguantan la respiración
cuando Titerino, el acróbata que da nombre al circo camina por la cuerda floja
sin red de protección a una altura de… un metro. Cuando llega al final de la
cuerda (que de largo mide unos tres metros) y después de varios momentos en los
que estuvo a punto de perder el equilibrio, la ovación es de pie.
Babo, Beba y Bobo son el
otro lado del circo. No el del riesgo sino el del clown. Juntos son Los Babas
Brothers y su torpeza es tan precisa que a veces provoca risas pero otras, una
compasión que produce hasta cierta ternura.
Luego de que Pelucas, Pelosi
y Moñeta montan caballos (también de colores inverosímiles y que también bailan
y cantan) llega el momento de despedir a Titerino Circus. Al desfile de todos
los cirqueros se agrega un personaje que nadie vio durante la función pero se
merece la mayor cantidad de los aplausos de esta noche: La dama de negro.
“Ella es Luly Luna”, dice
Trupo. “Aunque nunca se ve en escenario, su talento y alegría lo demuestra a
través de los títeres y hoy queremos desearle feliz cumpleaños”.
Con un último desfile de
la jirafa con cuello de madera y elefantes de colores, la función termina con
una promesa: “Siempre que nos vengan a ver, este circo tendrá animales”. ♪
La Trouppe en Twitter:
twitter.com/La_Trouppe
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