4 y 5 de mayo, 2019 / Dos funciones / 2:40 h de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Gina Velázquez
Fue en 2017 que se cumplieron dos décadas de la
aparición de uno de los personajes ficticios más memorables de los últimos
tiempos: Harry Potter. La conmemoración comprendió celebraciones de diverso talante,
entre las que destacaron las reediciones de todos los libros y el reestreno de
la saga fílmica con el atractivo de ofrecer su música en vivo.
Desde entonces, en México el Auditorio Nacional
ha proyectado en pantalla
gigante las tres primeras películas de la
serie: Harry Potter y la piedra filosofal,
Harry Potter y la cámara secreta, y Harry Potter y el prisionero de Azkabán,
con la Orquesta Internacional de las Artes interpretando en directo la banda
sonora.
Hoy es el turno de Harry Potter y el cáliz de fuego (Mike Newell, 2005). Llega entonces
la oportunidad de, nuevamente, sacar la parafernalia potteriana y lucirla en público. Desde hace días, algunos de los
asistentes tienen planchado y listo su uniforme de Hogwarts; otros se conforman
con solo llevar la bufanda bicolor, una varita o una playera alusiva al
personaje mágico. Sin importar el atuendo, todos se distinguen por la emoción
que los domina.
La orquesta, encabezada por Jeff Schindler,
lanza un hechizo con los primeros acordes: arranca aplausos exaltados que se
convierten en ovación cuando aparece no sólo Harry, sino también sus
entrañables amigos magos. En una entrevista previa, el director declaró cuán
importante resultaba el reto de adaptar la música del filme para interpretarla
en vivo y atrapar a los espectadores. Parece que el objetivo se cumple y los
músicos logran crear una experiencia inédita.
Aunque los potterheads
asistentes saben de memoria qué sucederá y algunos hasta susurran los diálogos,
pareciera que es la primera vez que disfrutan de esta historia. Sobran los
aspavientos y las expresiones de sorpresas; las advertencias a los personajes y
las emociones desbordadas en los momentos más tensos. Y es que esta película se
caracteriza por ser una de las más palpitantes: el Torneo de los Tres Magos
está lleno de acertijos, pruebas mortales, dragones, demonios de agua… y un
encuentro con “El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado”.
Además de los evidentes, uno de los
responsables del encanto que se vive en el Auditorio Nacional es Patrick Doyle,
compositor que supo llenar los zapatos que dejó el autor de las entregas
anteriores, John Williams. El escocés, respaldado por una larga trayectoria
cinematográfica, fue reconocido con el Film Music Critics Award (2006) en la
categoría de Mejor música original del año para película de fantasía o ciencia
ficción.
Esta tarde, espectadores de todas las edades
han vivido esta aventura fascinante sentados al borde de los asientos y con los
sentidos enardecidos. Han recordado por qué les apasiona tanto este universo
creado por J.K. Rowling y ya esperan ansiosos la siguiente entrega fantástica
en este recinto. Todo gracias a los 94 instrumentistas mágicos que han guiado a
todos durante más de dos horas, prácticamente sin respiro. Semejante hechizo
colectivo sólo podía ser generado por Harry Potter. ♪
Programa
The story continues / Frank dies / The quidditch
world cup / The dark mark / Foreign visitors arrive / The goblet of fire / Rita
Skeeter / Sirius fire / Harry sees dragons / Golden egg / Neville’s waltz /
Harry in winter / Potter waltz / Underwater secrets / The Black Lake / Hogwarts’
march / The maze / Voldemort / Death of Cedric / Another year ends / Hogwarts’ hymn.
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