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Foto: José Jorge Carreón / Colección Auditorio Nacional. |
XXV aniversario / 28 de abril, 2019 / Función única / 1:45 hrs. de duración /
Promotor: Producciones Escenarte Internacional S.A. de C.V.
Fernando Figueroa
Los
papás y abuelitos quieren tanto a sus hijos y nietos que no dudan en festejar
por adelantado el Día del niño, y lo hacen de la mejor manera posible: trayéndolos
al Auditorio Nacional para presenciar un espectáculo enriquecedor, de los que
dejan huellas indelebles.
Se
trata de Pedro y el Lobo con el
Ballet de la Ciudad de México, música y texto (tropicalizado) de Sergéi Prokófiev, con la participación de la
Orquesta de las Américas bajo la dirección de Enrique Diemecke, y la narración
de Mario Iván Martínez.
Ese
es el plato fuerte, pero antes hay una primera parte, igual de gozosa, en la
que Diemecke integra al público a la sección de percusiones, indicando con
claridad en qué momentos quiere palmas para enmarcar el “Can Can” que Offenbach
escribió para su opereta Orfeo en los
infiernos, y en la “Marcha Radetzky” de Johann Strauss (padre).
El
actual director de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires pide que la gente
cierre los ojos y se transporte a Viena al escuchar “Sobre el bello Danubio
azul”, de Johann Strauss (hijo), y que baile si le apetece con el “Vals” de El lago de los cisnes, de Tchaikovsky.
El
jolgorio regresa en grande cuando Abraham Parra se convierte en el solista de
“La máquina de escribir”, una composición de Leroy Anderson que la Boston Pops
Orchestra estrenó en 1950, según comenta el conductor Toño Esquinca. Por su
parte, Diemecke explica a los niños y adolescentes que el artefacto en cuestión
existió hace muchos años y fue sustituido por computadoras y tabletas. La
ejecución de la pieza causa risas y admiración porque Parra le tunde en serio a
las teclas y campanita, además de regresar el carro con gran velocidad.
El
intermedio sirve para que niños y adultos se aprovisionen de más golosinas y
así disfrutar de Pedro y el lobo, un
ballet divertido y didáctico en el que cada personaje es representado por uno o
varios instrumentos: Pedro (cuerdas), lobo (cornos), abuelo (fagot), pájaro
(flauta), gato (clarinete) y pato (oboe). Con su simpatía y don de gentes,
Mario Iván Martínez explica todo esto, al mismo tiempo que interactúa con el
director de la orquesta.
Martínez
señala que el Ballet de la Ciudad de México celebra el 25 aniversario de este
montaje que, según se lee en el programa de mano, cuenta con más de mil
representaciones alrededor de toda la República Mexicana. En conferencia de
medios previa, Mario Iván se mostró orgulloso de ocupar el sitio de narrador
que alguna vez tuvo el inolvidable Enrique Alonso Cachirulo.
La
coreografía de Isabel Ávalos asigna un particular estilo de baile al pájaro (Cecilia
Sánchez Luna, danza clásica), pato (Mara Danaé Robles, danza contemporánea),
gato (Julia Torre, movimientos de jazz), abuelo (Ángel David García, danza de
carácter), lobo (Daniel Iturria, acrobacias), Pedro (Rodrigo Fuentes, danza
clásica), cazadores (Christian Barrera, Román Trinidad, Julio César Romero, danza
de carácter).
Todos
ejecutan sus papeles con gracia y maestría, al mismo tiempo que Mario Iván narra
lo que acontece ante los espectadores: Pedro desobedece las órdenes del abuelo
y sale de la cabaña sin permiso. En el camino se topa con un lobo gris que
devora al pato y luego corretea infructuosamente al gato. Pedro se indigna,
atrapa al lobo con una cuerda y los cazadores se llevan a la bestia al
zoológico. En aras de cuajar un final feliz, resulta que el pato no estaba en
la panza del lobo sino escondido detrás de un árbol.
Al
término de la función, Mario Iván Martínez anuncia que en la tienda del recinto
firmará cuadernillos de discos compactos de su colección Un rato para imaginar, uno de cuyos 22 volúmenes es precisamente Pedro y el lobo. También dice que
algunos de los personajes se tomarán fotos con el público en el vestíbulo.
Ambas noticias provocan júbilo en el interior de la sala y después largas filas
para conseguir el autógrafo del actor o una imagen al lado de Pedro, el pájaro
y uno de los cazadores. ♪
Programa
Can
Can de Orfeo en los infiernos
(Jacques Offenbach) / Sobre el bello Danubio azul (Johann Strauss, padre) /
Vals de El lago de los cisnes (Piotr
Ilich Tchaikovsky) / La máquina de escribir (Leroy Anderson) / Intermedio / Pedro y el lobo – Marcha en si bemol op. 99b (Sergéi Prokófiev).
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Foto: José Jorge Carreón / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: José Jorge Carreón / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: José Jorge Carreón / Colección Auditorio Nacional. |
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