30 de marzo, 2019 / 2:40 hrs. de duración /
Función única / Promotor: Alejandro de la Cuesta.
Alejandro González
Castillo
Invitado
por un amigo, a fines de los años ochenta, Alejandro Marcovich acudió a un
concierto en la colonia Del Valle de la capital mexicana. Se paró frente al
escenario para analizar a quienes tocaban: cuatro músicos que conocía bien y
que, bajo el nombre de Caifanes, a esas alturas gozaban de una fama hasta
entonces inusitada en el rock mexicano. “Qué vacío se escucha”, pensaba el
guitarrista sin dejar de imaginar, como él mismo ha dicho, “líneas de guitarra
que podían llenar los huecos sónicos que percibía”. Con eso en mente, cuando los
amplificadores se apagaron acudió al camerino del sitio a saludar a Saúl
Hernández, el cantante de la banda, con quien tiempo atrás, al lado de Alfonso
André, había formado un grupo llamado Las Insólitas Imágenes de Aurora.
A
raíz de ese encuentro, el nacido en Argentina se uniría a los de “Viento” para
grabar tres álbumes: El diablito
(1990), El silencio (1992) y El nervio del volcán (1994), platos que
marcaron a una generación y que con el paso del tiempo se convertirían en
clásicos del rock nacional. Esta noche, varias de esas canciones son interpretadas
—para beneplácito de los escuchas— con total respeto a los arreglos con los que
en su momento fueron presentadas. Naturalmente, siempre que hay oportunidad las
canciones extienden sus compases para el lucimiento del guitarrista, que aparece
acompañado de un efectivo cuerpo de músicos en el que sobresalen las voces de
Carol Villagrán y Brandon Caporal; el segundo, dueño de una voz similar a la
que Hernández presumía en los días de “El negro cósmico”.
Con
el volumen de su amplificador echado hacia adelante, el de Buenos Aires da a
entender que la importancia de su desempeño en el cancionero caifán va más allá
de pirotécnicos solos. “Sombras en tiempos perdidos”, por ejemplo, posee un
intrincado tejido sónico que Marcovich desarrolla bajo estrofas. El entramado —hoy
es posible notar— cuenta con un discurso propio, un orar que anda de modo
paralelo al propuesto por la línea vocal. Este trabajo, en buena medida cifrado
en el folclor andino que desde niño el también productor estudió, alcanza las
alturas de Machu Picchu en temas como “Afuera” y “Aquí no es así”.
Sin
embargo, no todo es repasar lo creado con Caifanes. Su simiente también es
recordada con emotividad. De hecho, el concierto arranca con dos temas firmados
por Las Insólitas Imágenes de Aurora: “Hasta morir” y “Bienvenidos”. De aquel
pretérito también viajan al presente “La vieja” y “El animal”; semillas que germinarían
hasta alcanzar notable altura con el álbum Alebrije
(2015), del que sobresalen “El viaje” (con la compañía de Madame Recamier),
“Nada que decir” (interpretada con la ayuda de Penny Pacheco) y “Alfombra
mágica”, donde su autor ofrece una muestra de los alcances de su técnica como
ejecutante. Listo para dar algo más, solicita con cierta pena el permiso de la
audiencia para cantar “Cables”, con el auxilio de Carol en los coros; reto del
que sale bien librado, adulando la calidad del foro y de quienes lo escuchan: “Gran
lugar éste, y gran público todos ustedes”.
Y
aunque ciertamente se extrañan los paisajes raudos de “De noche todos los gatos
son pardos”, se agradece el espíritu bohemio de “Ayer me dijo un ave”, el
jícamo tropical de “Nubes” y los rasguños rockeros de “El comunicador” y “El
elefante”, la última “tocada a lo bestia”, como su propio intérprete refiere;
lo bastante como para que una de las cuerdas de la guitarra se fracture y el
dueño del instrumento aclare: “Si esto se rompió quiere decir que sí hubo
rock”.
No
faltan quienes, una vez que el concierto termina, se asoman al escenario para tomar
nota de cables, pedales y amplificadores, preguntándose si con todo eso basta
para que el rock diga “¡Presente!” cuando se pasa lista. Probablemente ignoran
que la solución a su interrogante se halla en las páginas de Vida y obra, la autobiografía del
sudamericano. Ahí aclara con qué diablos cuenta para darle vida a temas como
“El año del dragón”. Algo que, curiosamente, todos los músicos tienen dentro,
pero pocos saben electrificar: “Mi respuesta es contundente: con mis vísceras”.
♪
Programa
Hasta
morir / Bienvenidos / Nubes / Gozar contigo / Metamorfeame / Con Penny Pacheco: Nada que decir /
Estás dormida / Con Madame Recamier: El
viaje / Ayer me dijo un ave / Sombras en tiempos perdidos / El comunicador / La
vieja / Aviéntame / El animal / Cables / Pero nunca me caí / No volveré / Aquí
no es así / El año del dragón / Es para mí / Wa wa / Alfombra mágica / Miedo /
Afuera / El negro cósmico / El elefante / Con
todos: No dejes que…
Twitter de Alejandro
Marcovich: @amarcovich
No hay comentarios:
Publicar un comentario