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Foto: José Jorge Carreón / Archivo Auditorio Nacional. |
Décimo aniversario / 6 de febrero, 2019 / Función única /
2:35 hrs. de duración / Promotor: Segundo Acto, S.C.
Gustavo Emilio Rosales
Literalmente, en esta
obra de music hall se cantan las verdades. Y no pocas son, tanto las
certezas que se explicitan, como las cantantes que las fijan en una historia
compartida, desde su estreno en 2009, con más de un millón de espectadores: el
relato que entrelaza una trama de enredos, ubicada en los años 80, entre
Daniela, la esposa; Yuri, la amiga; Dulce, la niñera; y Lupita, la secretaria;
arquetípicas mujeres engañadas en amor por un solo varón, Emmanuel.
Para este programa
conmemorativo, que corona una década en cartelera y 3,500 funciones continuas —fenómeno sólo comparable y superior en cifras con El
Diluvio que viene—, el reparto ha engrosado y son varias actrices y actores
cantantes que interpretan a los personajes anteriormente mencionados, a quienes
se agrega la figura misteriosa de Manoela, la supuesta hermana del polígamo.
Angélica Vale, Lolita
Cortés, Kika Edgar, Dalilah Polanco, Lorena de la Garza, Tatiana, Gloria Aura,
Marta Fernanda, Lety López, Ana Cecilia Anzaldúa, Majo Pérez, Paola Gómez,
María Chacón, Georgina Levin, Alicia Paola, Reyna López, Gaby Albo y Majo
Medellín multiplican, en un juego de espejos bien coordinado escénicamente, al
cuadrivio de féminas en estado de despecho.
Por otra parte, Lenny
de la Rosa, Efraín Berry, Carlos Gatica, Daniel Elbittar, Kike Montaño y Andrés
Zuno ejecutan las distintas facetas del papel de Emmanuel, galán comprometido
al extremo por sus muchas pasiones. Mientras que Mary Francis Reyes interpreta
a la hermana de este casanova. Cabe anotar que, sobre varios niveles de
andamios colocados en ambos extremos del escenario, múltiples instrumentistas
realizan en vivo las intensidades acústicas que son marco para las canciones de
corazón roto que pulularon hace 40 años.
El tema de la mentira
como azúcar y pimienta del amor debe ser constitutivo de la lírica del corazón —pensadores
como E.M. Cioran conciben al hombre como una criatura esencialmente falsa—,
pero es una realidad que, en el México de los 80, cuando Lupita D’Alessio hizo
de la canción “Mudanzas” un
himno a la vindicación de la mujer resentida, abnegada y maltratada, la radio y
la televisión propagaban en nuestro país temas musicales que apostaban todas
las fichas de su suerte a su capacidad para convertir asuntos de desamor en un
inmenso espejo en el que se identificaran miles, quizá millones de personas
destinadas a ejercitar sus sentimientos en un crisol cultural signado por la
ignorancia, la demagogia política y moral, el machismo y la enajenación.
Así, es comprensible
la inmensa fortuna que cosecha, desde hace dos lustros, este musical escrito
por el actor y dramaturgo José Manuel López Velarde, quien recurrió al
cancionero que de niño escuchaba —en las voces de Yuri, Mijares, Dulce, Daniela
Romo, Amanda Miguel, etcétera—, para imaginar una historia que pudiera engarzar
las piezas de esa audición popular. Previsiblemente, el resultado ha sido una
fusión de popurrí y matizado videoclip, en el que públicos diversos se pueden
poner en contacto con la parte más certera de sí mismos: la indeleble
falsificación de su pasado.
Aquí, frente a las
cantantes que se expanden como el bosque de senderos que se bifurcan entre una
escenografía y con un vestuario que evocan los tiempos del restaurante Burger
Boy y de la agencia de noticias ECO, acrecentando el caudal de la traición que
padecen sus personajes por medio de un rosario acústico de temas como “Maldita primavera”, “Él me mintió”, “Pobre secretaria” y “Lo siento mi amor”, los
públicos se transforman en otras tantas Lupitas, otras tantas Danielas, dejando
sus asientos para mostrar, de pie y con pecho abierto, con llantos, gritos,
aspavientos, las venas abiertas de su memoria pasional.
“Cualquiera que es
romántico tiene un fino sentido de lo cursi y no desecharlo es una posición de
inteligencia”, afirmó Agustín Lara, que del tema sabía lo que Hegel supo de
filosofía. En este orden de ideas, donde los conceptos son imágenes carnales
que portan siempre una emoción, la comedia y el drama de Mentiras la orillan hacia la tentadora y cierta posibilidad de
llegar a ser eterna. ♪
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