![]() |
Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
En concierto / 15 de febrero, 2019 / Función única / 2:58 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Gustavo Emilio
Rosales
Un racimo de sonidos de la banda
envuelve el canto de El Bebeto que se extiende más allá de sí mismo, renaciendo
al unísono en cientos de gargantas que, junto con él, afirman “hicimos click,
click, click; / click, click click”, al tiempo que ubican un objetivo
imaginario frente a ellos (puede que sea un timbre, quizá una campanita), el
cual tocan intermitentemente con los dedos de la mano derecha colocados en
montón: un mínimo desplante de muñeca hacia el frente, al compás del
estribillo, giro del pie izquierdo hacia el lado contrario, mientras el talón
correspondiente percute a discreción, y desde lejos se contempla el logro de
una coreografía gozosa, que mejor ha de cifrar las muchas conexiones que vibran
entre el cantante y sus públicos: un lazo corporal que desvela la certidumbre
de que las tradiciones auténticas ocupan un espacio físico, latente, en aquello
que llamamos “nuestro ser”.
El Bebeto encarna a la perfección
los poderes especiales que despliega la energía reluciente de algún joven
chamán: es el chico del pueblo (“el muchacho alegre”, como dice una de sus
canciones), que puedes encontrar en casi cualquier punto del bello Sinaloa, ya
sea pisteando doquiera que la banda
emplace a fiesta, o bien purificando los efectos de la celebración en alguna
ubicua carreta de mariscos, donde el agua de cebada bien helada opera las veces
de suero salvador. Esta prestancia rozagante establece un pacto de confianza
inmediata: El Bebeto canta y baila sin complicaciones, porque su numeroso
auditorio también lo hace, siguiéndolo en estado de lealtad. Hermoso es el
conjunto vibratorio que despliega este pacto que se da como un trueno entre
estruendos, pues tanto los sonidos en tropel de la banda, sumados a la poderosa
proyección acústica de un ensamble de mariachi que interviene en un segundo
acto, más la vigorosa entonación del protagonista y un tablero de luces que no
deja de emitir estímulos robustos, crean una atmósfera de intensa cruzada
musical.
Pulula la presencia de damas de
belleza formidable, que bendicen el aire al mínimo oscilar de su perturbador
derroche somático; asimismo, coexisten multitud de sombreros, camisas a
cuadros, botas y pantalones de mezclilla. Huele a mar Pacífico, a tomate, a
cebiche con pepino, a carne asada y mucha salsa guacamaya; huele a Sinaloa en
cada una de las canciones, propias o ajenas, que El Bebeto hace suyas y
nuestras con la fuerza de una insólita pasión. Ni duda cabe de que este joven
oriundo de Guasave sabe, y vaya que muy bien, que su gracia principal es
propiciar la comunión colectiva por medio de su entusiasta voz y genuina
disposición a encender la mecha del buen ánimo por medio de sonrisas, sudores;
caminatas de extremo a extremo del escenario, que se vuelven mini maratones con
el paso de tres, seis, nueve, quince, veinte canciones, y el plebe tan
campante que hace parecer que esta noche de fuego mexicano hecho canción habrá
de durar hasta el retorno del bandido Malverde, santificado por el fervor
popular de comunidades cuyo pulso cotidiano está ligado al corazón cultural de
la tambora.
De varias maneras se anticipa aquí
el legendario Carnaval de Mazatlán, pues tal es el regocijo en diversidad que El
Bebeto y treinta músicos, divididos entre banda y mariachi, suscitan con una
diversidad coherente de canciones que van desde temas tradicionales, como “El
sinaloense”, hasta piezas emblemáticas de Joan Sebastian, pasando por nuevos
clásicos del género, como “Árboles de la barranca”. El público también sabe, lo
siente, percibe el gestarse de una ceremonia que corona el amor, la alegría y
el reiterado voto de confianza para este carismático vocalista del noroeste,
hijo de una familia sencilla, quien desde 2010, año en que lanzó su primera
producción musical, titulada Quiero que seas tú, inquieta
progresivamente los ánimos de los muchos amantes de la tambora romántica y los
temas “de cajón”, renovados en su voz fina y potente.
La segunda interpretación de su éxito
actual “Mi persona preferida”,
le da pie a El Bebeto para finalizar, tras de tres cambios de ropa y quizá kilo
y medio menos de humedad en el cuerpo, ante una multitud que saldrá del recinto
caminando dos o tres centímetros por arriba del suelo, un tour de force que
traza horizontes de prosperidad y algarabía en su promisorio futuro. ¡Musho buen argüende,
pariente! ¡Fierro! ♪
Programa
No que no / El sinaloense / Tatuajes
/ No te creas tan importante / Árboles de la barranca / Lo más interesante /
Sabes que te quiero / De las 12 a las 12 / Besos nuevos / Juro por Dios / Si
quieres / Volveré a amar / El muchacho alegre / Seremos / Mi persona preferida
/ El rey / Por qué dejaste que te amara / Viajes para Marte / Cuando tú me
besas / Vete / Hicimos click / Acá entre nos / Me nace del corazón / Bomba /
Tragos de amargo licor / Disculpe usted / Corazón de acero / Todavía te quiero
/ Por tu maldito amor / No logré olvidarte / No la he podido olvidar / Cuánto
la quiero / Lo legal / Mi persona preferida.
![]() |
Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario