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Foto: NT Live / Archivo Auditorio Nacional. |
National Theatre Live. Temporada 2018-2019 / 20 y 21 de enero, 2019 /
Dos funciones / 1:35 hrs. de duración / Promotor: Fideicomiso para el Uso
y Aprovechamiento del Auditorio Nacional – Embajada Británica en México.
Fernando Figueroa
Quienes
en 2014 vieron a Medea cepillarse los dientes mientras sus pequeños hijos jugaban
con modernas tablets —en la tragedia homónima
de Eurípides que se proyectó en el Lunario dentro del programa National Theatre Live—, hoy no les
extraña que La señorita Julia de August
Strindberg (1849-1912) se transforme en Julie
a secas, que ya no viva en la campiña sueca del siglo XIX sino en el Londres actual
y que el desliz amoroso sea con el chofer de la familia, un inmigrante de
origen africano que sueña con poner un restaurante en Cabo Verde. En ambas obras
la actualización se debe a la mano de la directora Carrie Cracknell.
Cracknell
contó con Polly Stenham como adaptadora. Antes de la función, ambas son
entrevistadas y, de entrada, señalan que la mayoría de los críticos no han advertido
que en este montaje el verdadero
escándalo ya no es la fugaz relación sexual de dos personas de clases sociales
diferentes, sino el hecho de que la explotación de los trabajadores no ha
variado luego de tantos años.
El
célebre autor nacido en Estocolmo ubicó los acontecimientos de La señorita Julia en la noche de San
Juan, un rito pagano con el que originalmente se celebraba el solsticio de
verano, y que el cristianismo se apropió para conmemorar el nacimiento del mencionado
santo.
En
el caso de Julie, la protagonista
(Vanessa Kirby) celebra su cumpleaños 33 en un amplio salón de su casa, donde
ella y sus amigos bailan, beben alcohol y se drogan. Al mismo tiempo, en la
cocina, el chofer Jean (Eric Kofi Abrefa) y la empleada doméstica Kristina
(Thalissa Teixeira) platican de su noviazgo y posible matrimonio.
La
escenografía de Tom Scutt es elegante y eficaz. En primer plano se observa la
modernísima cocina donde se desarrolla la mayor parte de la acción, y la que
supuestamente es la pared del fondo se levanta para transformarse tanto en el
salón de la fiesta como en el dormitorio de Julie, según se requiera.
Julie
se aburre de sus amigos y decide flirtear con Jean, quien a solas le confiesa
que ha estado enamorado de ella desde hace muchos años. Kristina, ajena a estas
confesiones, se siente cansada luego de un largo día de trabajo y decide irse a
descansar, mientras los otros dos inician los preámbulos que los conducirán a la
cama.
Cuando
el ardor se apaga, salen a flote las verdaderas personalidades de Julie y Jean,
que inician un mordaz y cruel juego de descalificaciones mutuas. Es entonces
que el genio de Strindberg luce porque, aparte de la demoledora crítica social
presente en sus obras, en los personajes hay irresolubles conflictos
existenciales que se manifiestan en sólidos e inolvidables parlamentos.
Vanessa
Kirby interpreta con maestría a una Julie muy sexy que acaba de romper con su
novio y se enfrenta al vacío emocional. Jean le propone huir suponiendo que
ella financiará la partida, pero resulta que no tiene dinero en efectivo. Kristina
descubre la traición, les restriega en la cara su falta de valores éticos y se
va.
Julie
comenta que su madre se suicidó y que adora a su padre aunque él nunca la haya
comprendido; Jean no se compadece, incluso se burla. La nueva pareja entiende
de inmediato que lo suyo no tiene futuro en Londres ni en Cabo Verde.
Los
papeles se invierten cuando Julie le pide a Jean que le dé órdenes, que le diga
qué hacer con su vida. Jean le surra algo al oído y más tarde ella decide
seguir los mismos pasos que su madre, a solas, en una penumbra que se convierte
en oscuridad. ♪
Julie en el National Theatre Live
en internet: http://ntlive.nationaltheatre.org.uk/productions/67827-julie
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Foto: NT Live / Archivo Auditorio Nacional. |
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Foto: NT Live / Archivo Auditorio Nacional. |
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