¡Feliz Navi Trouppe! / 2 y 9 de diciembre, 2018 / Dos funciones /
1:27 hrs. de duración / Promotor: Teatrikon.
Gustavo Emilio Rosales
“¡Muy
felices fiestas tengan y con ellas se entretengan!”, es el estribillo cantado a
coro por los diversos y coloridos personajes que integran el espectáculo ¡Feliz Navi Trouppe!, en el que, por
medio de teatro negro, marionetas, disfraces, canciones y numerosas bromas
donde el ingenio prevalece y no hay malas palabras, el espíritu de la Navidad
es celebrado en su condición de motivo poderoso para la reunión amistosa y
familiar.
Tres
de los cuatro trupos —como se les conoce a los miembros fundadores y
protagonistas de la compañía teatral que anima este programa—, impulsan un
divertido alboroto en torno a las fiestas decembrinas, precedidos por
ambientaciones de luz negra en las que brillan paquetes de regalo bailarines,
pingüinos que danzan a ritmo de tap y un trineo tirado por un solo caballo,
cuyo conductor posee una enorme y fulgurante nariz colorada.
Cuando
los seres y objetos resplandecientes ceden paso a las luces de teatro sobre el
foro, vemos aparecer a Noni Pelusas, Toño Canica y el siempre circunspecto
Trupo, vestidos con sus amplios y vistosos trajes de payaso. Un baterista con
gorro de arbolito adornado con esferas, desde el extremo izquierdo del
escenario, brinda acentos y comentarios musicales a la inquietud de los trupos:
han recibido una carta de Santa Claus, por medio de la cual se les encarga la
composición de un villancico, a sabiendas de la habilidad que poseen como
agrupación teatral dedicada, desde hace casi cuatro décadas, a brindar obras de
genuino arte escénico a los públicos infantiles de habla hispana, con piezas de
éxito considerable como “Cachito de torta” y “Cumbión trupetero”.
Toño
Canica, interpretado por el actor y músico Marco Antonio Serna, es quien asume
la responsabilidad de componer el encargo de Santa; claro que para ello deberá aprender
a tocar el violoncello que desea utilizar para ejecutar la pieza en cuestión.
Por su parte, la actriz Carmen Luna, como Noni Pelusas, intenta ayudar a su
amigo, pero su atención se ve constantemente desviada por un conjunto de cuatro
duelfas (divertida mezcla de duende y
elfa), que la llenan de regalos por haber sido niña bien portada durante todo
el año. Y Trupo, también conocido como el clown
Mauro Mendoza, quizá colaboraría con la realización de la encomienda de no
estar permanentemente atareado corrigiendo a los demás, con ademanes de
sabelotodo.
La
composición del villancico se va tornando imposible a medida que aparecen
multitud de personajes como Pepito Guajolote, quien a ritmo de rap exige no ser
destinado a la mesa navideña; el gato francés Federico Felino, quien maúlla
melódicamente en pos de besos sabor oui,
oui, tlacoche; y las perritas danzarinas que alcanzan la cumbre del
espectáculo al lograr el más auténtico can-can. Las duelfas condimentan esta
anarquía con bailes y chanzas que logran alterar la inspiración del compositor.
Al
final, los personajes invocan al sentimiento más profundo que la Navidad puede
suscitar y que, después de todo, es su razón de ser: el amor. La energía
emotiva por la que se clama inunda el ánimo de humanos y muñecos, propiciando que
aparezca en escena Santa Claus y el villancico por fin terminado haga vibrar su
contagio pasional en sabroso ritmo de cumbia. La noche navideña se ha salvado,
gracias al mejor de los regalos: el preciso y preciado arte de amar. ♪
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