Compañía Nacional de Danza y Orquesta del Teatro de Bellas Artes /
14 (2 funciones), 15, 16, 18, 19, 20, 21 (2 funciones),
22 (2 funciones) y 23 (2 funciones) de diciembre, 2018 /
13 funciones / 2:05 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional –
Instituto Nacional de Bellas Artes.
Fernando Figueroa
Aunque
unos cuantos niños llegan al Auditorio Nacional disfrazados de soldaditos,
ratones o —en el caso de ellas— con algún informal tutú por encima de la ropa
del diario, a sus siete años Byron prefiere usar pantalón de mezclilla, saco
negro de pana y corbata de moñito. La razón es sencilla e incontrovertible:
“Así me gusta”.
Esta
noche es la primera vez que él asiste en su vida a una función de El Cascanueces, y lo hace acompañado de
sus papás y de su hermana menor. Se muestra muy emocionado en el vestíbulo mientras
pide palomitas y refresco, golosinas que, excepcionalmente, sí es permitido meter
a la sala.
A
pesar de que su boleto es de luneta, Byron se las ingenia para librar un filtro
y acercarse lo más posible al escenario. Ahí puede ver el foso donde destacan por
su tamaño dos arpas, varios contrabajos y una tuba de la Orquesta del Teatro de
Bellas Artes, cuyos instrumentistas ya casi terminan de acomodarse.
Desde
lejos, los padres del infante le hacen señas desesperadas para que regrese. Hasta
que él escucha la tercera llamada, vuelve tranquilo, como si partiera plaza. Llega
a su lugar, se sienta y dice: “Me gustan las arpas”.
Con
la sala a oscuras, otro niño menos afortunado que Byron grita: “¡Quiero
palomitas!”.
Srba
Dinić levanta la batuta para así iniciar la obertura de El Cascanueces y, de esa manera, convertir al recinto en una
burbuja ajena a lo que comúnmente se llama “realidad”. Desde los primeros
compases, la música de Piotr Ilich Chaikovski le suena familiar a la mayoría y
provoca gozo, emoción y algún tarareo que es acallado por quienes prefieren y
exigen silencio. Al parecer hay una regla no escrita que dicta mutismo para los
adultos y tolerancia cuando algún menor comenta algo desde el fondo de su
inocencia.
La
aparición de los bailarines llega acompañada de aplausos, ya que la nueva y
lujosa producción —presente por segundo año— provoca sorpresa tanto entre los espectadores
familiarizados con la obra como en aquellos que la aprecian por vez primera. La
vista y la mente del público se sitúa en lo que sucede dentro de la casa de
Clara en la noche de Navidad, donde hay un enorme árbol iluminado y muchas cajas
de regalos: los hombres adultos visten de frac y las mujeres vestidos largos y
elegantes; los niños juegan y bailan con una destreza inusitada.
Uno
de los invitados es Herr Drosselmeyer, quien llega a la fiesta con tres grandes
muñecos mágicos con forma de arlequín, colombina y moro. Ellos danzan para
regocijo de los pequeñines, pero su show
termina y Clara entristece. Entonces el juguetero le obsequia un cascanueces
con forma de soldado, desatando la envidia de su hermano Fritz, quien se lo
arrebata y lo rompe. Drosselmeyer lo arregla y todo vuelve a la normalidad.
La
reunión termina y todo mundo se va a dormir. Clara sueña entonces que los
objetos adquieren dimensiones colosales, sobre todo un sillón del cual debe
bajar con escalera. Luego se da cuenta de que un montón de ratones dirigidos
por su rey ataca al cascanueces; ella lo salva con una acción heroica.
Después
de la batalla, el juguete se transforma en un príncipe que llega dentro de una
elegante carroza con forma de huevo Fabergé e invita a la niña a viajar, con la magia estilizada y asombrosa del ballet, por un
bosque de copos de nieve; después por el país de Azúcar donde observan bailes
de España (chocolate), Arabia (café) y China (té). También atestiguan las
danzas de las flautas de caramelo, de Mamá Bombonera y del Hada anfitriona.
El
sueño de Clara llega a su fin y también el de los espectadores que han
atestiguado y vivido la primera de
doce funciones de El Cascanueces, en esta
exquisita producción de la Compañía Nacional de Danza, con la participación de
menores que estudian en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, y
en la Academia de la Danza de Mexicana, ambas pertenecientes al Instituto Nacional
de Bellas Artes.
Byron
y su familia abandonan la sala y en el vestíbulo se toman fotografías. Él
quisiera subir al sillón gigante que domina este espacio del Auditorio
Nacional, pero en este caso es imposible; sólo es un guiño para quienes conocen
la historia. ♪
Créditos
Compañía Nacional de
Danza. Director ejecutivo: David Bear.
Coreografía
de El Cascanueces: Nina Novak, basada
en el original de Marius Petipa y Lev Ivanov.
Arreglos
coreográficos: Compañía Nacional de Danza.
Libreto:
Marius Petipa, basado en la versión de Alexander Dumas del cuento de E.T.A.
Hoffmann.
Orquesta del Teatro de
Bellas Artes. Director concertador: Srba Dinić.
Música:
Piotr Ilich Chaikovski.
Productora
invitada: Mónica Bravo.
Diseño
de escenografía: Sergio Villegas.
Diseño
de iluminación: Laura Rode.
Diseño
de vestuario y maquillaje: María y Tolita Figueroa.
Página
oficial de la Compañía Nacional de Danza: https://companianacionaldedanza.inba.gob.mx/
Página
oficial de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes: https://opera.inba.gob.mx/2014-01-20-19-04-02/orquesta-del-teatro-de-bellas-artes.html
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