Espíritu payaso 2018 / 5, 6, 7 y 8 de octubre, 2018 / Cuatro funciones /
2:20 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora S.A. de C.V.
2:20 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora S.A. de C.V.
David Cortés
Una gran nariz de payaso aparece en las pantallas
laterales del escenario del Auditorio Nacional y comienza la cuenta regresiva. Cuando
el reloj marca diez segundos, el público se une a corear el tiempo faltante. No
es sorpresivo entonces que la fiesta comience en cuanto se llega al cero, sino
la intensidad con la que arranca la primera fecha de un sueño anhelado por la
banda de Córdoba, Argentina.
Los Caligaris están sobre el escenario. Se trata de una troupe de doce elementos (Martín
Pampiglione y Juan
Carlos Taleb, voz, guitarra y coros; Diego Pampiglione, Raúl Sencillez, batería; Agustín Pablo
Cuadrado, trompeta; Marcos Ozamis, saxofón; Gabriel Garita
Onandía, bajo; Lautaro
Bartoli, guitarra; Federico Zapata, trombón; Mariano
Baigorria, guitarra; Mauricio Ambrosi, percusión y accesorios;
Valentín Scagliola, teclados; acordeón y coros; y Armando Ezequiel Mansilla Zurdo, percusión) para
quienes no existe frontera entre música, diversión y espectáculo, el último
asentado en una serie de rutinas enraizadas en el circo, lugar donde algunos de
sus integrantes vivieron la infancia.
“No se imaginan la cantidad de noches que hemos soñado
con esta noche, ¡es una reunión de más de diez mil payasos!”, dice Martín
Pampiglione, fundador con su hermano del grupo que, además de cumplir veintiún
años y contar con nueve grabaciones de estudio, ha sido nominado en un par de
ocasiones al Premio Gardel y ganador en 2005 del Premio Konex en el rubro de
tropical/cuarteto. Sus palabras, además de recibidas con júbilo, se encienden
con una gran cantidad de narices luminosas que portan sus fans.
Si algo queda claro es la imposibilidad de permanecer
quieto o inmune ante lo que despliegan los argentinos. Más allá de discutir si
su música es técnicamente limpia u original, Los Caligaris no se andan con
complejidades y lo suyo tampoco radica en la filosofía. Son directos y si tienen
un compromiso es con quienes acuden a bailar esa mezcla de ska, rock, sonidos
balcánicos, cumbias y otros ritmos latinos en una coctelera que conforme más se
agita, más burbujeante se vuelve. Para conseguirlo no escatiman esfuerzo. Si es
necesario andar en una pequeña bicicleta, subirse al trapecio, brincar sobre el
trampolín y realizar algún salto mortal, ellos lo hacen con la misma enjundia y
energía con la que acometen sus instrumentos.
“¡Oeoeoeoe Cali-garis!, ¡Oeoeoeoe Cali-garis!” gritan sus
fanáticos y la felicidad es recíproca porque Martín recuerda que “hace unos
años caminábamos por la avenida Reforma y pensábamos lo lindo que sería tocar
en el lugar. Hoy hemos cumplido un sueño increíble de tocar en el Auditorio
Nacional”. Si él y sus compañeros se muestran exultantes, el público no se
contiene. Basta ver la alegría con la que una chica se filma con el colectivo
detrás de ella en “Razón” porque en los cuatro minutos que dura la canción, la
estrella es ella y lo mismo baila, se desgañita, agita las manos o gesticula,
todo con una gran y contagiosa felicidad, un lapso mágico en donde la banda la
convierte en la reina de un día increíble para ella y otros diez mil
espectadores.
Las huestes comandadas por los Pampiglione se muestran agradecidas
con México y lo recalcan en diferentes momentos, pero el más memorable es
cuando Martín y Juan Carlos Taleb visten trajes de charro y acompañados por el
Mariachi 2000 llevan a cabo un homenaje al grito de “Como dicen ustedes: ¡Viva
México, cabrones!” y “con todo respeto” interpretan algunos de sus temas y
otros vernáculos, para culminar con la presencia de Pedro Fernández para
enloquecer a sus seguidores.
Globos, piruetas, confeti, bromas, remembranzas. De todo
hay con Los Caligaris y el reposo es una palabra sin cabida en sus conciertos.
Están dispuestos a morir en la raya porque desde su nombre viene esa condición.
“Caligari”, dice una leyenda, fue un famoso payaso que entre “vueltas y caídas
y mientras desarrollaba su rutina, murió en escena, disimulando su agonía como
parte de su acto”.
Afortunadamente nadie ni nada muere hoy. Hay mucho
cansancio al final, pero no importa. La felicidad es total y así lo muestran
las sonrisas de quienes abandonan la sala y dejan el lugar impregnado por el jubiloso
cántico futbolero: “¡Oeoeoeoe Cali-garis!, ¡Oeoeoeoe Cali-garis!”. ♪
Programa
Intro / Camello -
Entre vos y yo / Frijoles / Nadie es perfecto / No estás / El oasis / Cada vez
/ Dos viejitos - Mentíme la verdad / Luchamos por la causa / Mejilla izquierda
/ Tus besos / Quereme así / Raúl Sencillez / Bolso gris / Saber perder /
Florentinos y ferminas - Olvidar – El viajero (con Mariachi 2000) / El
aventurero - Yo no fui (con Mariachi 2000 y Pedro Fernández) / Kilómetros /
Razón / EEA / Mi estanciera y yo / Todos locos / Añejo W / Tyson / Que corran.
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