Life is good / 14 de octubre, 2018 / Función única /
2:47 hrs. de duración / Promotor: Alejandro de la Cuesta.
2:47 hrs. de duración / Promotor: Alejandro de la Cuesta.
David
Cortés
La
sesión de hoy tiene algo de extraordinario. Luego de veintiún años de haberse
formado y con seis discos en estudio en su haber, el septeto Flogging Molly
(Dave King, guitarra, bodhran y voz; Bridget Regan, violín, silbato, coros;
Dennis Casey, guitarra; Matt Hensley, acordeón, coros; Nathen Maxwell, bajo;
Bob Schmidt, banjo, coros; Mike Alonso, batería, percusión) debuta en tierras
mexicanas y King, su líder y fundador, lo mencionará varias veces a lo largo del
show: “Es nuestra primera vez en
México, pero déjenme decirles una cosa. No será la última maldita vez”.
Sus
palabras son un detonador, porque de inmediato la banda ataca con furia una
melodía y el lugar se conmociona. Aunque no está escrito en ningún lado, queda
claro que la regla básica en una noche con los oriundos de Los Ángeles,
California, es la de tener una condición física aceptable y estar listo para
brincar toda la noche.
El
septeto hace un punk que se fusiona con sonidos folclóricos irlandeses, lugar
donde nació su frontman, y en donde
no hay lugar para el respiro. En sus comienzos, antes de adoptar un nombre, se
presentaban semanalmente en un pub llamado Molly Malone’s. En entrevistas han
explicado que ahí se presentaban cada lunes y sentían que estaban “apaleando” (flogging) el local; por eso llamaron a
la banda Flogging Molly.
Pero
si la noche inicia volcánicamente, lo extraño es que no haya un instante en
donde la aceleración disminuya, como si el colectivo compitiera consigo mismo
para ver si puede desarrollar una composición cada vez más rápido. La energía
se mezcla con las contagiosas y pegajosas melodías, en su mayoría compuestas
por King, en donde sus letras hablan de Irlanda, la pobreza, la iglesia
católica, la política, el amor y la muerte. Tal combinación sumerge a los fans
en una vorágine de alegría y cuando parece que no existe la posibilidad de
llegar todavía más alto, de repente Alonso y Casey se quedan solos en el
escenario y mientras el primero marca un ritmo machacón y trepidante, el
segundo teje un solo de guitarra, con inflexiones sicodélicas, de antología, dando
al momento un toque sublime.
Hay
una entrega inusual de los integrantes de la agrupación, cada uno de ellos se
ve alegre, halagado por la respuesta del público y la manera usada para
demostrarlo es prodigándose en cada una de sus interpretaciones. King, como
portavoz, se encarga de repetir una y otra vez su entusiasmo. Antes de comenzar
cada canción hace una breve introducción y algunas veces parece que la furia
menguara, como cuando el silbato inicia la introducción de “Life in a Tenement
Square”, pero es una mera ilusión porque luego de unos segundos nuevamente explota
la dinamita y el lugar arde; en “Crushed”, intercalan el coro de “We will rock
you” de Queen para tornar más épico lo que ya era de origen.
Al
final, luego de interpretar “Salty dog”, “la primera canción que escribimos”,
dice King, se produce la última sorpresa cuando Casey y Maxwell, en lugar de salir
del escenario, bajan de ahí para convivir con sus fanáticos que no
desaprovechan la oportunidad de tocarlos, abrazarlos y decirles, a veces en un
atrabancado inglés, que ojalá no sea la última vez que los vean pisar estas
tierras. ♪
Programa
(No
more) Paddy’s lament / The hand of John L. Sullivan / Drunken lullabies / The likes
of you again / Swagger / The days we’ve yet to meet / Requiem for a dying song
/ Life in a tenement square / Float / Black friday rule / Life is good / Rebels
of the sacred heart / Devil’s dance floor / If I ever leave this world alive /
What’s left of the flag / Seven deadley sins / Crushed (hostile nations) /
Salty dog.
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