National Theatre Live, temporada 2018 /
20 y 27 de agosto, 2018 / Dos funciones /
2:35 hrs. de duración / Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento
del Auditorio Nacional – Embajada Británica.
20 y 27 de agosto, 2018 / Dos funciones /
2:35 hrs. de duración / Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento
del Auditorio Nacional – Embajada Británica.
Jesús Quintero
Acaso porque en
secreto reconocemos no entender el mundo en que simulamos movernos de manera
cotidiana, el hecho es que hace quince años un pequeño libro de Mark Haddon, centrado
en las pesquisas de un púber con síndrome de Asperger
para saber quién mató al perro de una vecina, se convirtió en un best-seller que de boca en boca conquistó
prestigio en las librerías. En 2012, en un salto bien logrado, la historia estremeció
a espectadores teatrales a partir de la imaginativa versión del dramaturgo Simon Stephens, que conquistó siete
premios Olivier en Londres y cinco Tony en Broadway.
Christopher
tiene quince años y un cerebro excepcional para las matemáticas, pero es
incapaz de aventurarse a ir solo más allá del final de su calle, detesta que lo
toquen y desconfía de los extraños. Una noche, Christopher descubre que Wellington,
el perro de la señora Shears, yace muerto, atravesado por el rastrillo del
jardín. Inmediatamente se despierta en él una sospecha que lo lleva a registrar
diversos hechos en un cuaderno con miras a resolver el misterio. Mas sus
aspiraciones detectivescas, prohibidas por su padre, lo conducirán a un delirante
periplo a un tiempo seductor y aterrador.
En
la proyección que llega al Lunario desde el National Theatre de Londres son muchos
los elementos que permiten que la inmersión en el cerebro de Christopher Boone
esté libre de escollos, en particular por tratarse de un personaje que roza lo
irritante por su carácter obsesivo. Entre las fuerzas que dan movilidad y flexibilidad
al montaje destaca la dirección de Marianne Elliott, que arropada por los diseños de Bunny Christie, la iluminación
de Paule Constable, los videos de Finn Ross que acentúan la fuerza que domina
al cerebro del niño y los sonidos provistos por Ian Dickinson, consigue la
proeza de conducir al público al interior de un ser que piensa todo desde una
orilla distinta: la de la lógica implacable, la lógica sin controversia y el hiperrealismo
que impide las metáforas más inocentes.
El curioso incidente del perro a medianoche es un viaje colmado de ternura, humor y acidez que debe
mucho también a la actuación de Luke Treadaway, capaz de llenar con los colores
exactos y sin salirse de los márgenes, cada expresión del exigente y comprometido
Christopher Boone. La demanda de su personaje es absoluta, dado que permanece sobre
el dúctil escenario durante dos horas y media, sin conocer reposo. Al final, encaminándose
a sus casas, muchos espectadores parece trastocados por las ideas del
protagonista, como si decenas de secretas tormentas mentales hubieran sido
avasalladas por las del joven de aspecto tímido. ♪
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