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Foto: NTL. |
National Theatre Live, temporada 2018 / 8 y 9 de julio, 2018 /
Dos funciones / 2:15 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento
del Auditorio Nacional – Embajada Británica.
Fernando Figueroa
Si
en 2014 el director Nicholas Hytner fue muy sutil al sugerir que el personaje
Claudio —de Hamlet— podía ser Richard
Nixon espiando por todos lados, ahora es más evidente que su Julio César tiene que ver con Donald
Trump, pues ambos usan gorra de beisbolista al pasearse entre sus
simpatizantes. Lo único que cambia es la leyenda: Caesar en vez de Make America
Great Again.
Al
parecer, a Hytner le encanta actualizar las historias de William Shakespeare,
pues en 2012 ubicó a Otelo en un
ejército moderno donde los soldados escuchan música contemporánea y beben
cerveza en botellas y latas abre-fácil.
Julio César
inicia con un mini concierto de rock que es parte de un mitin a favor del líder
romano. La banda toca canciones de Oasis (“Rock ‘n’ roll star”), The White
Stripes (“Seven Nation Army”) y Survivor
(“Eye of the tiger”). Cuando termina el show,
aparece el político en escena y en el trayecto al templete un vidente le grita:
“¡Cuidado con los idus de marzo!”.
En
antiguos calendarios, los idus eran las noches de luna llena y en marzo siempre
correspondía al día quince, fecha relacionada con buenos y malos augurios. En
este caso la palabra “cuidado” prende las alertas en la mente y sueños de
Calpurnia (Wendy Kweh), compañera de Julio César (David Calder), quien le
suplica a su marido que se abstenga de ir al Senado. Él la ignora y se enfrenta
a su destino.
Bruto
(Ben Whishaw), Casio (interpretado por la actriz Michelle Fairley) y otros
conspiradores se oponen al plan de Julio César de transformar la república en monarquía.
Deciden eliminarlo en pleno Capitolio y para eso utilizan modernas pistolas,
aunque luego Marco Antonio (David Morrissey) lamenta que el líder haya sido
“acuchillado”, tal como sucede en la obra shakespeariana. No se trata de un
error sino de un guiño de Hytner que el público celebra.
Durante
el funeral, Marco Antonio enardece a la multitud cuando elogia al difunto y así
provoca una guerra civil. Las batallas se producen sin enfrentamientos cuerpo a
cuerpo; sólo bastan un hábil uso de luces estroboscópicas y sonido de disparos
para generar un ambiente bélico.
Aunque
los personajes visten prendas casuales del siglo XXI, el texto del Cisne de Avon es respetado de forma
íntegra y gracias a eso resplandecen frases que son eternas: “las peores
intenciones se esconden bajo las más bellas sonrisas”, “vivió como un león y
murió como un ciervo”, “¿tú también, Bruto?”, etcétera.
Los
rebeldes valoran la amistad de Julio César pero anteponen la lealtad a su país.
De ese modo logran asumirse no como asesinos sino redentores, aunque luego
aceptan que el tufo de la infamia nunca desaparece. Bruto y Casio se suicidan,
y Octavio (Kit Young) asume el poder.
La
ficción termina. En Londres, un sector del público ha presenciado la obra de pie,
alrededor del escenario, convirtiéndose así en parte de las masas romanas; otros espectadores han
visto el espectáculo sentados en las butacas del teatro Bridge, como si todos
ellos estuvieran en algún concierto de Oasis, The White Stripes o Survivor. ♪
Trailer de Julio César, producido por el National Theatre de Londres: https://youtu.be/micAGOYfmJs
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Foto: NTL. |
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