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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
En concierto / 26 de julio, 2018 / Función única /
1:55 hrs. de duración / Promotor: Alejandro de la Cuesta.
1:55 hrs. de duración / Promotor: Alejandro de la Cuesta.
Gustavo Emilio Rosales
“Porque, quizá, tú serás quien
me salve…”. Siete coristas improvisados, en un idioma inglés remodelado a conveniencia,
entonan sobre el escenario, junto a los músicos de Beach Fossils, las líneas
principales de “Wonderwall”, de Oasis.
Dustin Payseur, cantante y
líder de la banda neoyorquina, los ha convocado de entre el público con dos
palabras y un gesto; el espontáneo coro sube con alegría evidente, pero sin
aspavientos, sin incorrecciones al bailar o al brindar un abrazo.
Transparente éxtasis, desmesura
de humo, tal es la atmósfera dominante en el culmen y cierre de un concierto
con aroma a Generación Y: la cohorte demográfica experta en conexiones
digitales, pero complicada a la hora de hacer vínculos que exijan la presencia
irrefutable de la piel y la sangre.
El baile, los aplausos y
vítores que emergen desde la zona de público trazan cierta condición sutil de
espuma que coincide con el tono general de Somersault
(2017), el álbum con que Beach Fossils consolidó un espacio protagónico dentro
de la escena indie internacional a
través de un sonido ligero, comprometido especialmente con una enfática vocación
de gimnasia emotiva.
Vestidos con indumentaria
pubescente, que le resta una década y media a sus treinta y tantos años de
vida, los intérpretes de “Daydream” y “Down the line” —piezas señeras de su
repertorio que evocan sugerentes fusiones noventeras del tipo New Order en
cruce con The Cure y Paul Simon— transmiten la gozosa tranquilidad de una banda
de garage en ensayos caseros.
Payseur, quien rasguea las cuerdas de
su guitarra con una asombrosa habilidad y es capaz de vocalizar pasajes arduos
sin esfuerzo aparente, y el baterista Anton Hochheim, dueño de una técnica tan
depurada que podría pasar por estado de gracia, elaboran la estructura
vertebral de una poética repleta de tardes de sol sin algo estimulante para
hacer, sentir o pensar.
Con destreza correspondiente, el
guitarrista Tommy
Davidson (quien lleva a cabo proyectos musicales en solitario bajo el nombre de
Bruce Smear) y el bajista Jack Doyle Smith, ayudan a sostener un método de
composición basado en el espíritu del canon decreciente y las tendencias
narrativas de la canción folclórica. La multitud frente a ellos parece
transportada, en vilo, por una tensión que la mece hipnóticamente, como si de
un cardumen en pasmo se tratara.
Si la hormona que determina la erotización de las
pasiones pudiera mirar los paisajes de este encuentro musical, seguramente lo
haría desde una sobredosis de sosiego: deleitándose con la alianza entre
personas que han hecho de su desencanto existencial una tersa canción de cuna
para el mero durar.
Baile sin danza, irrupciones melódicas en ausencia de
acento o contrapunto, rebeldía que se suele resguardar dentro de ciento
cuarenta caracteres con garantía total de evanescencia: tales son los elementos
que cantar pueden la gesta de un concierto multitudinario sin olor a sudor. ♪
Programa
Generational synthetic /
Shallow / This year / Down the line / Adversity / What a pleasure / Saint ivy /
Out in the way / Be nothing / Calyer / Sleep apnea / Careless / Daydream /
Sugar / Clash the truth / May 1st / Wonderwall.
Beach Fossils en facebook: https://www.facebook.com/beachfossils/
Sitio oficial: http://www.beachfossils.com/bio-1/
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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
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