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Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
Festejando el día de las madres / 19 de mayo, 2018 /
Función única / 1:30 hrs. de duración / Promotor: Ernesto Vargas Mancilla.
Función única / 1:30 hrs. de duración / Promotor: Ernesto Vargas Mancilla.
Alejandro González Castillo
“Pues
vamos a hacer una rondalla, con puras guitarras y un tololoche”. Ahí la idea
que surgió en el otoño de 1966, cuando un puñado de estudiantes de la
Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro se juntó por primera vez con el afán
de formar una estudiantina. Y es que al ensayo inicial sólo guitarristas
llegaron; nadie acudió con acordeón, mandolina ni pandereta, por eso hubo que
hacer un cambio de planes, con tal de que los muchachos pronto debutaran dando
una serenata en la tierra natal de la agrupación, Saltillo. Ninguno de ellos
imaginaba que dos años después saltarían a la fama gracias a su primer éxito
radial, “Te deseo amor”.
A
más de cinco décadas de su nacimiento, La Rondalla de Saltillo de la UAAAN
continúa haciendo lo suyo: cantarle al amor que provoca zozobra, al sentimiento
que taquicardia conlleva y tormentos arrastra. Esta noche su objetivo es
esparcir “un mensaje de amor para las madres” y así motivar a los asistentes
para que a sus progenitoras “no sólo un día se les celebre, se les cante y se
les ame”, tal como detalla Mauricio Galicia, orador del conjunto.
Lista
para convencer, la rondalla se asume “siempre juvenil, siempre gallarda y
siempre enamorada”, y el rasgueo de las dieciocho guitarras que la conforman,
además del contrabajo que en medio de éstas resuena, operan como respaldo para
las voces que reviven una era distante del WhatsApp,
cuando la única opción era “echarse al pie de un árbol para bendecir mil veces
un nombre”.
Ciertamente
los ejecutantes encontraron en la mencionada Universidad norteña a su alma mater; sin embargo, éstos provienen
lo mismo de Chiapas que de Guanajuato, Veracruz, Morelos y otros estados. Y
todos aceptan con orgullo que la clase de vida que llevan entre aulas podría denominarse
cuasi militarizada, pues es justamente esa característica la que los ha
orillado a cantarle a la ensoñación que los álamos y las alboradas incitan;
pero también a arrebatarse —y esto lo confiesan sin pena— cuando les da por
incendiar peluches y cartas que brindan memorias amargas. “¡Paloma querida!”,
grita alguien en la audiencia, agarrando valor ante tanta honestidad. “Enamorado
por siempre, ¿verdad?”, responden de inmediato los de las guitarras, dirigiéndose
a un público de pecho tan grande como un palomar.
Al
unísono, los futuros agrónomos cantan éxitos igualmente popularizados por
Enrique Guzmán y Sandro que por Javier Solís y Víctor Yturbe. En medio de
rasgueos, revelan dos verdades de carácter universal: nadie quiere lo
suficiente y morir de amor es posible. Después de hablar de una dulce ansiedad
que se presenta a diario en forma de matutina obsesión, entonan “Las
mañanitas”, como para no olvidar el motivo del encuentro de hoy. Apelan
entonces a la entrega total que sólo las madres conocen: “¿Cuántos de ustedes
han dado un beso en la mano, ofrecido un amor puro?”, cuestiona ceremonioso
Galicia antes de tomar por última vez el micrófono y, con denuedo, aconsejarle
al público ofrecer abrazos sin medida en ese mismo instante, “a la mamá, a la
esposa, a los hijos; porque la cruel muerte tarde o temprano llega”. ♪
Programa
En
esta noche clara / Canción del corazón / Yo quisiera / Como el álamo al camino
/ Cancionero / Yo te amo / Obsesión / Secretamente / Confidencias de amor /
Ansiedad / Paloma querida / Mi dulce amor / Te deseo amor / Cómo imaginar / El
día de tu boda / Hasta dónde te quiero / Si nos quedara poco tiempo / Historia
de un amor / Morir de amor / Hoy que soy mayor / Las mañanitas / Wendoline /
Corazón de roca.
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Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Sergio Bautista / Colección Auditorio Nacional. |
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