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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional. |
Ola
Onabulé & Big Band Jazz de México / 22 de marzo, 2018 /
Función única / 2:00 hrs. de duración / Promotor: Generart S.A. de C.V.
Función única / 2:00 hrs. de duración / Promotor: Generart S.A. de C.V.
Alejandro González Castillo
Imposible
encontrarle fallas a su atuendo. De los zapatos a la corbata de moño, pasando
por solapas y cinturón, Ola Onabulé no deja imperfección a la vista. Y lo mismo
sucede con su desempeño vocal, de nervio potente y vigor inagotable. ¿Cuándo
comenzó a gestarse esa fuerza interpretativa? Ahí la pregunta que se formulan
quienes luchan por mantener sus articulaciones pegadas, por no desarmarse ante la
manera en que el británico-nigeriano aborda “Love again”. Y la respuesta viene
del propio cantante: ese brío nació, inusitadamente, cuando contaba con apenas
siete años de edad.
Cierto
día el inglés llegó a casa para confesarle a su madre que sufría bullying por parte de otros niños. Se le
preguntó entonces si había hecho algo para defenderse y el infante contestó que
jamás movía un dedo. Por orden de su progenitora, el pequeño terminó soltando
puñetazos a la pared hasta que sus nudillos sangraron; tras los golpes, la instigadora
del acto le advirtió: “escucha bien, de ahora en adelante nada en tu vida será
más duro que ese muro”. “¡Vaya lección!, ¿verdad?”, interroga el intérprete a
los presentes una vez que termina con su relato, observando el micrófono que
sostiene y que, entre sus inmensas manos, luce como un palillo de dientes. Entonces
señala a la Big Band Jazz de México y ésta, a la voz de Ernesto Ramos, arranca
el trote intenso, cual locomotora sin freno, de un funk titulado “Every prey”.
Dueño
de una robusta discografía, el londinense ha expuesto su talento en los
festivales de jazz más afamados del planeta, en sitios como Estambul, Montreal,
Edmonton o Washington; sin embargo, hoy comunica que viajar tantos kilómetros
desde casa con tal de regresar al Lunario (se presentó en el foro en 2016) es
como “un sueño hecho realidad”. Por su parte, el director de la banda confiesa
que pisar dicho escenario, tanto para él como para los músicos que dirige, es como
estar en casa. Dichosos, relajados, luego de que Karely Esparza y Jorge Romano
tomaran el micrófono para que el europeo y los de las partituras comenzaran su
encuentro con “Jankoriko”, un tema incluido en el más reciente álbum de la big
band, el listado sigue con lo más emblemático que el de la cabeza a rape ha
producido a lo largo de una carrera discográfica que comenzó en 1995.
Cerrado
se advierte el duelo que protagonizan el de la voz y el baterista Mario García,
así como inimitables los falsetes que el primero entona y los precisos golpes
que el segundo atesta. Finalmente, aunque sin ganador de por medio, el
encuentro establece que la garganta de Onabulé tiene la capacidad no sólo de
convertirse en tambor, sino de transformarse en saxofón, conga o trompeta.
“Gracias por prestarme a tu banda”, comenta Ola a Ernesto al despedirse,
inclinándose ante los aplausos que recibe y sin dejar de sobarse las manos,
esos puños de acero que a la fecha siguen pulverizando paredes. Bien lo dijo
Ramos al arranque del show: “porque
la música rompe fronteras, ¿verdad?”. ♪
Programa
Jankoriko
/ Love again / Great expectations / Every prey / Let love alone / How / Never
known / Invincible / Be a man / Soul town.
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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional. |
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