Hoppo!,
Los Gaiteros de San Jacinto, DJ Tropicaza, No DJ Set /
6 de marzo, 2018 / Función
única / 3.20 hrs. de duración/
Promotor: Ana Cristina Ramos de la Vega.
David Cortés
No DJ Set (Rubén Albarrán) se apropia de
las tornamesas y comienza a desperdigar sonidos con vinilos de todo tipo,
especialmente de cumbias y chichas peruanas. Así, caldea la sesión que apenas
inicia.
Cuando Los Gaiteros de San Jacinto, sexteto
oriundo de Bolívar, Colombia, arriban, el clima de fiesta se apodera del sitio.
Se trata de un colectivo que desde 1950 ha trabajado en la veta popular de su
país. Originalmente esta música se interpretaba en la Rueda de Gaita, fiesta
que se extendía durante toda la noche y en donde los ejecutantes se sentaban en
el centro de un círculo y se turnaban para tocar rodeados por los danzantes.
La música de Los Gaiteros es festiva y tradicional.
En 2007 ganaron un Grammy Latino por el álbum Un fuego de sangre pura y en 2014 el productor británico Adrian
Sherwood los convirtió en la sensación de la world music al grabar Dub de gaita (el fin del mundo), placa
que los dio a conocer en un circuito más juvenil. Cuando a mitad de la noche
añaden bajo eléctrico y acordeón, su sonido gana vitalidad y dinamismo.
En su turno, DJ Tropicaza (Carlos Icaza) se
da vuelo con un set en donde predomina
un acento retro. El melómano, baterista y ex integrante de Evil Hippie y Los
Fancy Free hace una selección de música bailable de los años cincuenta, en su
mayor parte de temas poco conocidos, pero idóneos para subir aún más la
temperatura.
El plato fuerte de la noche es Hoppo! (Giancarlo
Valdebenito, bajo; Juan Pablo Villanueva, guitarra; Rodrigo Aros, flauta, sitar
y dilruba; Carlos Carbón, batería; y Rubén Albarrán, voz), combo mexicano-chileno
formado en 2010 por el cantante de Café Tacvba y a la fecha con cuatro discos,
todos editados de forma independiente.
El quinteto, que en lengua Dakota significa
“¡Vamos!”, hurga en la canción, hacen versiones a temas del folclor
latinoamericano (Violeta Parra, Ariel Ramírez, Víctor Jara), pero posee un
espíritu universal. El sitar y la dilruba —instrumento de cuerda cuyo nombre
significa “ladrón del corazón”— añaden inflexiones hindúes a un tejido sonoro
en donde también afloran las connotaciones andinas.
El ritmo en varias de las canciones es
hipnótico: el pulsante bajo se conjunta con una batería casi mecánica y generan
un atractivo contraste con la aguda voz de Albarrán, quien echa mano de su
habilidad como frontman para calar
hondo en sus fans. También hay por momentos una aura tribal que se enriquece
con el acordeón de Jason Landeros.
Sin ataduras, sin contrato discográfico, el
quinteto ejerce su libertad y la transmite a sus seguidores, que no tienen
muchas oportunidades de acercarse a este colectivo cuya agenda en ocasiones se
ve constreñida por los tiempos del cantante. Hoy, sin urgencia alguna, genera
un halo cálido, muy íntimo, pero que deja a todos con ganas de más. ♪
Programa
Después, después / El huachito / Volver a
los 17 / Surlandia / El sentir / Perro centrífugo / Mariposa de luz / Vaso de
vino / Una vuelta más / Las melipeucas (con Jason Landeros) / Rayo de sol /
Wakantanka / Alfonsina y el mar / Gina / El amor es un camino que de repente
aparece / Zamba de Valderrama / Nostalgia.
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Toni François / Archivo Auditorio Nacional. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario