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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
Aquí y ahora / 2 de febrero, 2018 / Función única /
1:30 hrs. de duración / Promotor: Kasst Agency S.A. de C.V.
1:30 hrs. de duración / Promotor: Kasst Agency S.A. de C.V.
Alejandro
González Castillo
Fabiola
Finkmann se asume como una mujer pasional. Relata que procura mantener sus emociones
al límite, que se dedica a vivir sus días sin temores, “a cada minuto”, afirma.
Y tras esto solicita a los presentes que hagan un esfuerzo con tal de no llorar
frente al cúmulo de composiciones que se avecina. Porque, sí, con ella vienen
hartos boleros con toda la carga emotiva que los caracteriza, aunque
electrificados. Es decir, distantes de las maracas y las guitarras acústicas. Construidos
con cajas de ritmo y sintetizadores así como con guitarras distorsionadas. Todo
esto, gracias al talento de Armando Manzanero.
Y es
que el de Yucatán le ha regalado a la cantante, como ella misma explica, temas
donde su romántico sello como compositor resulta evidente, aunque también otros
en los que experimenta con cadencias inusuales para él, como pasa con ese funk
grasiento llamado “Nicolasa”. En buena medida es por esa cualidad que la
pelirroja llama maestro al autor de “Adoro”, pero también por haberla
apadrinado discográficamente con Punto de
partida (2016), el plato que precede al álbum que hoy se presenta: Aquí y ahora. “Déjenme les explico”,
solicita la artífice del álbum sin esconder su orgullo: “quiero que sepan que
en este disco hay seis canciones escritas por el maestro, pero también cinco
mías y un cover”.
“Bueno.
Ya basta. Pasemos del drama a disfrutar de la vida”. El mandato de la
intérprete anticipa el segundo acto del espectáculo, cuyo perfil jacarandoso
obedece a la temporada que la del vestido de terciopelo vivió en Miami. “Contágiense,
olvidemos juntos todo lo malo”, avisa la nacida en la Ciudad de México para que
los alientos antes fúnebres se vuelvan soplos tropicales y las tristes
percusiones se transformen en jubiloso pulso playero. Es de este modo que el
señalamiento mortífero hacia el infiel contenido en “Cómo le haces”, muta en la
campechana aceptación del embrollo en “Mis dos amores”. Se pasa del flagelo al
alborozo y el público celebra el plan al tiempo que la orquestadora del cambio
se alza ligeramente el vestido para, bailando jocunda, enseñar los inquietos
tobillos que sus tacones sostienen.
Con
chachachá, cumbia y vallenato sonando, la voz del entramado tropical solicita
que no se le juzgue apresuradamente: “Sé que algunos de ustedes pensarán, ¿qué
pasa, la Finkmann se volvió loca, por qué canta todo eso?” A cambio pide que se
acepte su condición, esa versatilidad interpretativa que tan bien le sienta y
que la ha llevado a compartir escenario con Napoleón, Alejandra Guzmán y
Ricardo Montaner, entre otros. “Canten, beban y bailen, que ésta es una fiesta”,
declara mientras alista el adiós, entonando otra vez las travesuras de “Nicolasa”;
aquellas hazañas que, la del micrófono cuenta sin parar de bailar, alguna vez
le sacaron canas verdes a Manzanero. ♪
Programa
Me
quema / Mi / Corre que corre / Cómo le haces / Punto de partida / Amor secreto
/ Qué bella / Mis dos amores / La niña popof / Nicolasa / Tendrías que estar en
mí / Hagamos el amor a la distancia / Como yo te amé / Voy a apagar la luz / No
/ Besos usados / La campana / Você / La culebra / Nicolasa (bis).
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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional. |
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