El Cascanueces. Nueva Producción / 14, 19 y 20 (una función);
15, 16, 17, 21, 22 y 23 (dos funciones) de 2017 /
15 funciones/ 1:47 hrs. de duración / Promotor: FUAAN / INBA.
15, 16, 17, 21, 22 y 23 (dos funciones) de 2017 /
15 funciones/ 1:47 hrs. de duración / Promotor: FUAAN / INBA.
Gustavo Emilio Rosales
Hace
125 años, cuando se estrenó El
Cascanueces, había en la Rusia de aquella época una serie de joyas
sorprendentes, que provocaron asombro generalizado debido a la pureza del oro
que contenían, a la vastedad y perfección de las piedras preciosas que las decoraban
y, especialmente, a los finos mecanismos que hacían que la pieza de orfebrería
en cuestión, cuya forma era de cofre oval, se abriera para revelar una
miniatura sorprendente. Ahora, en la conmemoración de la primera muestra
pública de esta gran obra de danza, el escenario presenta en su centro una
enorme réplica de uno de los tesoros rusos mencionados, mejor conocidos como
Huevos Fabergé, de color azul intenso, que se abre lentamente para mostrar en
su interior la figura de un recinto elegante.
Viajamos
de esta manera simbólica al interior de la casa de la niña Clara, donde
familiares y amigos celebran la Navidad. Un cascanueces en forma de soldado
(recordemos que en Rusia, donde la obra tiene lugar, las nueces son una
golosina frecuente, por lo que se hace necesario tener a mano un objeto que
casque o rompa en trozos la dura cáscara de este fruto seco), que le será
regalado durante ese festejo a Clara, desatará un tejido de acciones dramáticas
que da lugar al curso de la historia: sucesos realistas, como disputas entre
niños por el juguete; y hechos fantásticos, como los sueños que la protagonista
tiene con su regalo, quien en sueños adquiere forma humanizada y la salva del
ataque de un ejército de ratones, para después llevarla a un viaje fantástico al
país del Hada de Azúcar, donde ambos presenciarán un mágico desfile de danzas
exóticas.
Bailarines
adultos y un colectivo de niños aprendices, provenientes de academias de danza
diversas, articulan por medio de acciones precisas, en un tono de juego, la
primera escena del espectáculo, en la que se desarrolla la fiesta, la entrega
de regalos, un breve conflicto por el juguete en disputa y la despedida por
parte de los invitados. La Orquesta Sinfónica del Teatro de Bellas Artes
acompaña en vivo, desde el foso correspondiente, el despliegue coreográfico de
la Compañía Nacional de Danza e invitados, que ha encontrado en la guía de su
reciente director, el maestro argentino Mario Galizzi, la cohesión técnica que necesitaba
para elevar su nivel de ballet a escala de los rigurosos parámetros
internacionales.
La
nueva producción de escenografía y vestuario, que desde las primeras
evoluciones coreográficas se mostraba abundante en fasto y colorido, adquiere
tintes sobrenaturales conforme la acción pasa de un plano realista a la
dimensión fabulosa de los sueños de Clara, donde el Cascanueces es un bailarín
dotado, que pelea por ella contra el Rey de las Ratas y, vencedor, la invita a
emprender una travesía mágica, donde la danza se diversifica a través de las
exóticas melodías imaginadas por el autor de la partitura musical, quien fue el
genio ruso Piotr Ilich Chaikovski.
Desde
mediados del siglo XX, cuando el coreógrafo ruso-estadunidense George
Balanchine hizo televisar su versión de El
Cascanueces, esta obra originalmente creada por Lev Ivanov y Marius Petipa
adquirió un empuje mundial incontenible, hasta llegar a convertirse en el
ballet más representado y un símbolo artístico de la temporada navideña. El
público, numeroso y entusiasta, recibe con generosidad este don decembrino.
Gran cantidad de niños, de diversas edades, no quitan su atención de los hechos
danzados, y con espontaneidad sonríen, aplauden y hacen comentarios en alta voz
cuando el muñeco bailarín vence a la tropa de roedores o cuando se brindan
bailes hermosos, como la Danza del Té de China y el pas de deux del Hada de Azúcar y su caballero. Al final flota en el
ambiente una sensación de dicha generalizada: una conciencia de que resulta
magnífico terminar un año quizá arduo con esta bendición artística, fértil en
asombros de música y movimiento. ♪
Sencillo y
complejo, como un huevo… de Fabergé
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Casi doscientos años, de 1721 a 1917, duró el Imperio Ruso, cuyo poder principal
pertenecía a un monarca llamado Zar y a su consorte, la Zarina; por lo que este
fenómeno político también es conocido como Zarato ruso o, de forma coloquial,
la Rusia de los Zares. Fue en este clima monárquico donde la práctica del
ballet, originaria de Italia y perfeccionada hasta el refinamiento estético en
Francia, adquirió una grandeza inusitada, en la que influyeron decididamente
los rigurosos trabajos de capacitación técnica y producción artística de dos
legendarias casa de teatro de danza: el Teatro de Ópera y Ballet Kirov (hoy
Teatro Mariinski) y el Teatro Bolshói; ámbitos de excelencia en los que se
forjó la tradición hoy conocida como Escuela Rusa de Ballet, de la que proviene
directamente El Cascanueces.
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La Compañía Nacional de Danza solía interpretar año con año la versión
coreográfica de Nina Novak, en la que El
Cascanueces se lleva a cabo en Inglaterra. En la presente temporada, para
conmemorar los 125 años del estreno de esta obra tradicional de fiestas
navideñas, la CND construyó una nueva versión escenográfica y de vestuario (con
pocas variantes en danza), para reubicar la obra en el contexto de la Rusia de
los Zares, ámbito original de dicha creación escénica. El emblema elegido para
simbolizar la época y lugar deseados es una joya representativa del Imperio en
cuestión: el Huevo Fabergé.
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La Pascua cristiana o conmemoración de la resurrección de Jesucristo (no
confundir con la Pascua judía, que conmemora el fin de la esclavitud padecida
por los judíos en Egipto), es una celebración toral en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Para honrarla, el gran orfebre ruso Peter Carl Fabergé, al mando de un equipo
de especialistas, fabricó 69 Huevos de Pascua, exquisitamente decorados con
piedras preciosas y aplicaciones de oro puro. Algunos tenían un mecanismo de
apertura, que mostraba en su interior alguna oculta maravilla, como una
miniatura de la Catedral de Uspensky o un ángel prodigioso. La colección que
integra esta fortuna oval fue regalada a Zares, Zarinas, funcionarios y
empresarios. Alguna leyenda urbana indica que hay piezas no catalogadas,
secuestradas para ponerlas lejos del alcance de los revolucionarios soviéticos,
y que son las más asombrosas; de allí que existan no pocos cazadores de tesoros
aficionados a rastrear el paradero de las riquezas clandestinas de Peter Fabergé.
(G.E.R.)
Programa
El
Cascanueces. Nueva producción, 2017. Compañía Nacional de Danza. Director
artístico: Mario Galizzi; director ejecutivo: Enrique Tovar. Orquesta del
Teatro de Bellas Artes. Director: Srba Dinić. Coreografía de Nina Novak, basada
en la original de Lev Ivanov. Música de Piotr I. Chaikovski. Arreglos
coreográficos de la Compañía Nacional de Danza. Espectáculo en dos actos y un
intermedio, con libreto de Marius Petipa, basado en la versión de Alexandre
Dumas acerca del cuento original de E.T.A. Hoffmann. Diseño de escenografía: Sergio Villegas. Diseño de iluminación: Laura Rode. Diseño de vestuario y
maquillaje: María y Tolita Figueroa.
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Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Chino Lemus / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Chino Lemus / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Chino Lemus / Colección: Auditorio Nacional. |
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