Foto: Fernando Aceves / Colección Auditorio Nacional. |
Dicen / 9 de diciembre, 2017 / Función
única / 2:20 hrs. de duración /
Promotor: Entretenimiento, Promoción y Eventos de México, S.A. de C.V.
Promotor: Entretenimiento, Promoción y Eventos de México, S.A. de C.V.
Gustavo Emilio Rosales
Como
un ingrediente comodín en el universo de los guisos, capaz de brindar la sazón
adecuada a los platillos que lo involucren en sus procesos de cocción, Cristian
Castro parece tocar con su canto las fibras emotivas de cada persona, logrando
la conmoción exacta que el corazón vehemente anhelaba al extender ambos brazos
hacia el cielo y tratar de acompañar a su ídolo en los tonos altos que son su conocida
habilidad.
“¡Como
yo nunca imagineeeeeeé….!”, grita sordamente el espectador, la espectadora,
ladeando hacia su costado izquierdo la columna vertebral y frunciendo el ceño
en veraz gesto de irrenunciable entrega pasional; todo en justa coincidencia corporal
con los ademanes que adopta el hombre frente a ellos, quien acapara la mayor
parte de las cientos de luces especiales, cambiantes de color; quien viste un
traje tapizado por una imitación de piel de leopardo y luce un peinado que en
Manhattan podría costar mil dólares y en la colonia Guerrero máximo ciento
treinta pesos; quien dice haber festejado ayer su cumpleaños “casi cuarenta”,
cuando es fama que rebasa por treinta y seis meses las cuatro décadas de edad.
Antes
fue Kristian y Christian para pocos. Hoy es Cristian para todos. Rápido se supo
vástago de ese mito real que se suele identificar como “gusto popular”, y sin
mayor drama se entregó a tal destino aprendiendo a agradar como actor infantil
primero y, acto seguido, como lo que casi diez mil personas han venido a ver
esta gélida noche de inicio decembrino: el tipo de cantante que no puede no
gustar.
Canta
con un ensamble que a la dotación instrumental previsible de bajo, guitarras,
percusiones y alientos agrega un cuarteto de violines y un trío coral en el que
destaca una morena gigante — Stephanie Ruiz—, diestra en alcanzar el tipo de alaridos
que cubren la canción The great gig in
the sky, de Pink Floyd. Canta con el
acompañamiento de un acordeonista versiones norteñas de baladas que, pese a la
conversión de género, conservan su original tono pegajoso. También canta
Cristian con mariachi y… con pijama, o al menos la indumentaria que ha
modificado su otrora porte felino parece corresponder a un conjunto apto para
conciliar el sueño profundo. Seguramente, el objetivo principal de este estilo
no es que destaquen los ejecutantes del ensamble vernáculo del ya fallecido
Cutberto Pérez, sino que el hijo de Verónica Castro y Manuel El Loco
Valdés, conocido también por el apodo de El
Galllito Feliz, se sienta cómodo, a sus anchas, mientras canta temas en
homenaje a José José y Juan Gabriel, los colegas que mayor admiración
despiertan en su afición por las piezas románticas.
Canta
Cristian a las divorciadas, a las abuelas de su “México lindo”, a las casadas,
a las bonitas, a la futura novia que habría de conseguir esta noche, entre el
público; a las niñas que hace subir al escenario para que canten con él un coro
que jamás se dará, y a los damnificados de los sismos. Canta las composiciones
cimeras de su historia musical, que va desde los discos Agua nueva (1992), hasta Dicen
(2016) —temas que hablan de cuánto te amé, cuánto me dolió perderte y cuán
feliz seré el día en que, en amor, te posea—, y al cantar se reinventa como lo
que fue, lo que ha sido y —al menos hasta las 22:18 de esta noche de frío— será:
un emisario locuaz del romanticismo a la medida. ♪
Técnica vocal e
irreverencia
¿Qué
tiene en común Cristian Castro con figuras de la talla de Madonna, Michael Jackson,
Prince y Ray Charles? Pues haber sido alumno del legendario entrenador vocal
estadounidense Seth Riggs, inventor de la técnica llamada SLS (siglas, en
inglés, de Speech Level Singing o Cantando
a nivel del habla), que facilita la afinación, flexibiliza el rango vocal y
distribuye equitativamente las energías que el cuerpo pone en juego al
vocalizar, logrando la máxima proyección sonora con esfuerzos que no caen en
excesos dañinos.
De
la vasta y muy famosa trayectoria artística de su madre, actriz de telenovelas
y conductora de programas televisivos de variedades, Cristian aprendió que
obtener amor y respeto por parte de multitudes es un binomio casi imposible de
conseguir: habría que escoger entre uno u otro reconocimiento. Apostó por el
primero y supo que aprender a lidiar con la ausencia del segundo era mejor si
podría reír abiertamente de sí mismo; si era capaz de lograr la irreverencia
extrema ante las cámaras y continuar en la carrera. De esta forma, desarrolló
el desenfado y la abierta chabacanería al exponer públicamente detalles de su
vida, logrando forjar un máximo valor como estrella del canto: la
invulnerabilidad ante la crítica feroz de los tabloides.
De
ahí que Cristian bromee continuamente acerca de sus matrimonios fallidos, de su
físico, de su condición de galán casi otoñal. El público celebra cada uno de
esos comentarios irónicos con risas, aplausos y bramidos. Si quisieran la
perfección, el cantante que está ahora ante ellos, festejando veinticinco años
de carrera, no estaría aquí; en su lugar aparecería alguna de esas figuras
rutilantes del canto que desfilaron en efigie en la proyección en video que dio
inicio a esta función: Jorge Negrete, Carlos Gardel o alguien semejante que aún
respire. Ahora lo que el público tiene coincide exactamente con lo que quiere:
la estrella que sabe cómo responder con eficacia a los enigmas comunes de la esfinge
promedio. (G.E.R.)
Programa
Simplemente
tú / Es mejor así / Dicen / Así era ella / No podrás / Sin tu amor / Lloviendo
estrellas / Nunca voy a olvidarte / Para que te vayas / New York, New York / A
esa / O tú o yo / Aún estoy de pie / La nave del olvido / Mi vida sin tu amor /
Volver a amar / Por amarte así / Déjame conmigo / No puedo arrancarte de mí /
Lloran las rosas / Tu retirada / El culpable soy yo / Vuélveme a querer / Hoy
que pienso tanto en ti / Tu vida con la mía / Mañana, mañana / Ángel / No hace
falta / Amor / Azul.
Foto: Fernando Aceves / Colección Auditorio Nacional. |
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