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Foto: Carlos Alvar / Colección Auditorio Nacional |
Tour Primera fila / 28 de octubre,
2017 / Función única /
2:05 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora S.A de C.V.
2:05 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora S.A de C.V.
Julio Alejandro Quijano
Una noche de diciembre de
1997, con un Estadio Azteca lleno y triste, Lupe Esparza levantó su bajo y
lloró. Ramiro Delgado lo imitó: dejó su teclado, fue a abrazarlo y también
derramó lágrimas. Así fue el momento en que ambos abandonaron ese paraíso
llamado Bronco, el grupo de música regional mexicana que formaron junto con los
hermanos José Luis y Javier Villareal, y que se despidió aquel día. Pero Lupe
advirtió: “Bronco no se va como una estrella que se apaga, que quede bien
claro, solamente se divide en millones de pedacitos para quedarse a vivir
eternamente en el corazón de quienes lo amaron”.
Siete mil doscientos
cincuenta días después, con un Auditorio Nacional lleno y jubiloso, Lupe
Esparza levanta el bajo. No llora. No ríe. Triunfa. Ramiro Delgado deja el
teclado y lo abraza. Tampoco llora ni ríe. También triunfa.
Veinte años tardó la
travesía de estos músicos que han cumplido con las etapas del viaje del héroe y
ahora vuelven a casa con el elíxir que habían perdido. “Gente hermosa, estamos
muy nerviosos y les voy a decir por qué. Es la primera vez que pisamos este
hermoso escenario y esperamos que no sea la última, que no sea debut y
despedida. Pero sobre todo, estamos en una nueva etapa de la agrupación y
recomenzamos ahora con nuestro nombre original”.
La respuesta es un coro:
“¡Bron-co-Bron-co-Bron-co!”.
La primera etapa de la
agrupación terminó abruptamente con aquel concierto en el Azteca. Volvieron en
2003 con el nombre de El Gigante de América, pero en la calle la gente les
decía: “Me gustaban más cuando eran Bronco”. Lupe cuenta la anécdota con una
sonrisa y agrega una broma: “Ah caray, ¿pus qué somos los hermanos Gutiérrez o
qué?”.
Esas dos décadas (en las
que no pudieron usar el nombre por problemas legales) se convirtieron en el
calvario para nuestros héroes. Lupe lo sabe y ahora que son Bronco otra vez, se
toma la libertad de detener el concierto para resumir esta etapa.
“Ustedes saben muy bien
que han pasado demasiadas cosas desde que nos fuimos. Han pasado diferentes
corrientes: hubo la quebradita, llegó el pasito duranguense con mucho éxito,
ahora es el turno de la música de banda, y también hay algo que llaman el
movimiento alterado y tienen mucho éxito con El Komander y Gerardo Ortiz. Merecido
el éxito de todos ellos, pero...”. Aquí detiene su discurso para plantarse y
mover los brazos sobre el pecho, de arriba abajo, en señal de integridad
musical. “… Pero nosotros nunca hacemos lo que otros hacen. Nos quedamos firmes,
viendo pasar a los demás”.
La lección de géneros
musicales deja a todos en silencio. Atentos, siguen la arenga que de pronto se
convierte en una disculpa: “Sin embargo, y de antemano les pedimos perdón, no
pudimos resistirnos en esta ocasión a la moda del movimiento alterado… hasta me
da pena cantar esto… si hay niños aquí, a lo macho, tapen sus oídos”.
Al grito de “échale
pariente” y “fierro, fierro”, Bronco se hace acompañar de siete niños para
cantar una letra que efectivamente habla sobre actos criminales... pero
sucedidos en un pueblo de bombón, donde había un sheriff de chocolate con balas
de cacahuate y un paletón grandote que a todos había insultado, y terminó
encerrado en una cárcel de ricas galletas con rejas de caramelo.
En esta nueva versión de
“El sheriff de chocolate” (que hace del show
una fiesta infantil por varios minutos) están las pistas de la resurrección del
grupo. Este año recuperaron el nombre original, y para enfrentar el desafío de ser otra vez Bronco
hicieron nuevos arreglos a algunas canciones y se acompañaron del grupo
infantil LemonGrass, pero también de León Larregui (“Que no quede huella”),
Cristian Castro (“Nunca voy a olvidarte”), entre otros para un disco de la
colección Primera fila.
“Mucha gente nos ha
apoyado en este regreso”, dice Lupe al presentar “Adoro”, en la que aparece
Alicia Villarreal, la ex vocalista de Límite. “Eres una artista hermosa”, le
dice al final. Ella resume lo que ha significado este regreso con un grito:
“¡Arriba Bronco!”.
El camino al triunfo es mucho
más largo que los años que no pudieron usar su nombre. Esparza lo deja claro:
“La que sigue, es una canción que compuse en mis primeros años y con la cual
nos rechazaron muchas veces. Y ahora la tocamos para darnos el gusto y porque
es muy movida, ¡vamos a bailar!”. “Grande de caderas”, que fue su primera
maqueta, demuestra el error de quienes no quisieron contratarlos en aquella
época: los pasillos se llenan de parejas que obedecen a Esparza.
Y si Bronco tiene
gratitud para una canción, también la tiene para su fiel compañero en este
trayecto: el Mariachi 2000 de Cutberto Pérez. Cuando dijeron adiós en 1997,
salieron de la cancha en medio de una multitud que coreaba “Las golondrinas”,
interpretada por ese mariachi. Ahora es distinto porque no hay despedida sino
alegría por el reencuentro, no hay golondrinas sino “Échame a mí la culpa”, que
sirve para presentar a los continuadores de su historia.
De los integrantes
originales del grupo, José Luis Villarreal (popular por el mote de Choche) murió en 2012 y su hermano
Javier se retiró de la música en esa misma época. Por eso, mientras suena
“Sergio el bailador”, Lupe Esparza presenta al grupo: “Con la novedad de que la
guitarra de Bronco es José Adán Esparza, y el bajo René Guadalupe Esparza”.
Queda claro que nuestros
héroes terminan hoy un viaje, pero ya emprendieron el siguiente. “Esto apenas
comienza, nos quedan muchos noches inolvidables”, dice José Adán Esparza. Si
Lupe vaticinó en aquel diciembre del 97 que “Bronco no se apaga”, ahora cierra
con otra advertencia: “Bronco es Bronco siempre”. ♪
De los pueblos a Primera fila
A finales de los setenta,
José Guadalupe Esparza recorría junto con sus amigos Javier, Salvador y Juan
Manuel pueblos de Nuevo León con un disco grabado por ellos mismos. El lado A
tenía “Quiero decirte”, y el B “Grande de caderas”.
Hacia la mitad de los
ochenta, el representante Oscar Flores, uno de los más importantes de la música
regional en México, decidió contratarlos. Para entonces, en el grupo ya estaban,
además de Lupe, los hermanos José Luis y Javier Villarreal, y Ramiro Delgado.
Bronco (nombre que se les
ocurrió al ver el letrero de una camioneta) se convirtió en un fenómeno con
“Sergio el bailador”. Llegaron a Las Vegas y sus discos obtuvieron
certificaciones de Oro y Platino. Sorpresivamente decidieron separarse en 1997
con una gira del adiós.
Cinco años después
planearon el regreso y firmaron con el promotor Servando Cano. Es entonces que
Lupe y compañía se dan cuenta de que olvidaron un pequeño detalle: habían
cedido el nombre de Bronco a Óscar Flores.
Bronco desaparece y crean
El Gigante de América, con el que graban nueve discos y hacen varias giras por
Estados Unidos.
En 2017 su disquera Sony
planeó un álbum en el formato de Primera fila
(en vivo y con invitados de diferentes géneros), pero antes se dio a la tarea
de recuperar el nombre de Bronco.
Lupe Esparza no ha
querido dar detalles de la negociación; “no me pregunten la cifra”, dijo cuando
se anunció el regreso del grupo para el festival Vive Latino. (J.A.Q.)
Programa
Libros tontos / Cómo te
lo digo / Que te han visto llorar / Estoy a punto / Un fin de semana / Amigo
Bronco / La regañona / Quiéreme como te quiero / Cumbia triste / Cinco locos /
Adoro (con Alicia Villarreal) / Naila / Aunque no me quieras / Nunca voy a
olvidarte / Que no quede huella / Si te vuelves a enamorar / Grande de caderas
/ Déjame amarte otra vez - Échame a mí la culpa (con mariachi) / Popurrí
norteño / Pastillas de amnesia / El sheriff de chocolate / Los castigados / Dos
mujeres, un camino / Doctor / Corazón duro / Con zapatos de tacón / El golpe
traidor / Sergio el bailador / Oro.
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