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Foto: Chino Lemus / Colección: Auditorio Nacional |
Mis planes son amarte tour / 27 de octubre,
2017 / Función única /
1:30 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora, S.A. de C.V.
1:30 hrs. de duración / Promotor: OCESA Promotora, S.A. de C.V.
Alejandro González Castillo
Un
viajero que porta casco y traje espacial manipula perillas en la cabina de
control de una nave y, muy concentrado, dirige el despegue que lo lleva a
surcar galaxias. El público observa su travesía desde las butacas, gracias a
las pantallas del foro, y cuando el bólido cósmico toca tierra, todos celebran
el acto con una ovación que se funde con la humareda que cubre el escenario.
Entonces, ante la sorpresa de los espectadores, el cosmonauta se vuelve de
carne y hueso y aparece frente a la multitud, pachanguero y risueño, listo para
soltar una plegaria ante el micrófono, ayudado de su guitarra eléctrica.
“Este
astronauta aterriza hoy aquí para informar algo que espero que les quede muy
claro: México, de ahora en adelante Mis
planes son amarte, de esta noche a la eternidad”. El discurso abridor del trotamundos
—personaje surgido de los videos de su más reciente álbum— llega con una presentación
formal: “Nací en 1972, en Medellín. Tengo cuarenta y cinco años”. De este modo,
con la misión y los datos generales del explorador claros, éste se transforma
en un consumado ganador de Grammys al sacar una plumilla de su bolsillo para
así abrir la cita con “A Dios le pido”, el primer sencillo de Un día normal, un álbum editado
justamente hace quince años. Con el tema de marras sonando, no sólo se desatan
los aplausos y el baile; además, se manifiesta cuál es el sello sonoro que ha
hecho de su intérprete un buen vendedor de discos: casi veinte millones de
copias.
La
clave está en las manos del músico. En la lubricación de su muñeca derecha y la
precisa digitación de los dedos de su izquierda. Porque de esas falanges nace una
especie de funk mezclado con bachata que de pronto apela al reggae. Por
supuesto, en la fórmula sónica del colombiano la guitarra es el ingrediente
esencial; sin embargo, incluso antes que la voz del autor, las letras de las
canciones que éste rubrica ocupan un espacio fundamental, historias que cruzan anécdotas
de parranda y ansias de hermandad y libertad, para detenerse en la añoranza por
la tierra de origen y la familia. Y precisamente hablando del terruño propio,
el intérprete no tiene reparos en aclarar que México bien podría ser su segunda
casa: “llevo ya varios años viniendo a este país, desde 1996, todo con tal de
estar como ahora, así, tan cerca de ustedes. Y no sé qué me pasa, no lo puedo
explicar, pero me siento profundamente enamorado de México”.
El
afecto que el de la barba siente por los mexicanos es bien correspondido, como
puede notarse esta noche. Se trata de un cariño que no distingue cumbias
rapeadas (“Hermosa ingrata”) de rancheras rockeras (“La camisa negra”), aunque
se manifiesta con mayor contundencia a la hora en que las baladas ocupan su
sitio. En ese sentido, ninguna de las calmadas provoca tantos gritos como los
que genera “Fotografía”, gracias a la sorpresiva aparición de Mon Laferte; “es
que no hay nada peor que una pena de amor”, comenta el de “Mala gente” para
rápido hacer de lado los sollozos y advertir que, ante el agobio, “uno debe arreglárselas
para sobrevivir; salir a divertirse”. El instructivo para escapar del
atolladero lleva por título “El ratico”, mientras “La paga” detalla cómo
despedirse de la indigencia sentimental.
“¿Hay
aquí gente a la que le guste el rock en español?”, pregunta el compositor
cuando recurre a los compases de Soda Stereo para cantar “Cuando pase el
temblor” y aseverar que el Rock en tu Idioma fue el reggaetón de su época.
“Querida”, de Juan Gabriel, prolonga los homenajes y prepara el terreno para
“La luz”, una quebradita con teclados estilo EDM que Juanes, el astronauta
fiestero, aprovecha para soltar las palabras del adiós y desbloquear su
teléfono celular, con el cual hace una toma panorámica del público que,
insatisfecho, exige que el cancionero se exprima más: “Yo siempre quise
interactuar culturalmente con este país. Por eso éste ha sido un viaje súper
bonito para mí. México es un país muy parrandero, ¿qué no? Vamos, ¡que la
fiesta siga en otra parte, papá!”. ♪
Estética sonora
y espiritual
“Mi
disco Mis planes son amarte tiene
mucho qué ver con la cumbia, la salsa y el vallenato. Hay mucho funk en él
también, claro; pero, por ejemplo, “Bendecido” es una salsa, sí tú quitas mis
arreglos y orquestas el tema, notarás que es eso, una salsa. Por otro lado,
“Hermosa ingrata” es una cumbia y “Fuego” es una canción inspirada en la
huasca, que es un género musical de mi región. Pero en este trabajo quise ir
más allá del pasado y también combinar mi estilo con elementos de la música
electrónica, así que el álbum tiene una estructura similar a la de Fíjate bien, mi primer disco, donde
integré instrumentos orgánicos con elementos programados.
“Respecto
a las letras, encuentro importante hablar de un cambio de mentalidad hoy día, cuando
lo que nuestro mundo necesita es amor. Además, me interesa abordar temas que
tienen relación con nuestros ancestros indígenas. Creo que para entender la
inmensidad del universo tenemos que comprender primero el lugar donde vivimos.
Me gusta hacer viajes al interior, para encontrar quién soy, para descubrir mi
esencia verdadera, esa sustancia pura que uno va perdiendo conforme crece. Porque
yo considero que intuitivamente podemos encontrar la tan buscada felicidad, con
la ayuda de esa voz interior que uno escucha en el corazón.”. (A.G.C.)
Programa
A
Dios le pido / Fuego / Hermosa ingrata / Nada valgo sin tu amor / Con Mon Laferte: Fotografía / Es por ti
/ Ángel / El ratico / Es tarde / Perro viejo / Alguna vez / Para tu amor / La
paga / La noche / Mala gente / Bendecido / Mis planes son amarte / Cuando pase
el temblor / Me enamora / La camisa negra / Volverte a ver / Querida / La luz.
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