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Foto: Chino Lemus / Colección Auditorio Nacional. |
Salón Lágrimas y deseo / 4 y 5 de noviembre, 2017 / Dos funciones /
2:50 hrs. de duración /Promotor: Westwood
Entertainment S.A. de C.V.
Julio
Alejandro Quijano
Miles de zombis cruzan
Paseo de la Reforma. En la zona de la estatua del Caballito, por el centro de
la Ciudad de México, caminan muertos vivientes mezclados con un Jason Voorhees
(Viernes 13), un Freddy Krueger (Pesadilla en la calle del infierno) y
varios Pennywise (Eso). En su marcha
hacia el Zócalo chocan con un contingente de catrinas y catrines que, menos
numerosos, avanzan en sentido contrario y en busca de un transporte público que
los lleve hacia el sur-poniente. Su destino: el Auditorio Nacional donde, al
llegar, se unen a una comunidad de calaveras.
No todos van con la cara
pintada como el personaje del grabador José Guadalupe Posada, pero el grupo de
peregrinos es fácilmente identificable y avanza hacia el interior del foro,
donde está la ofrenda que los ha convocado: un arco de flores de cempasúchil
iluminado por veladores colocadas en un par de mesas, en las que también hay
copas de barro que despiden el penetrante aroma del copal. Es un altar de
muertos en donde hay una penca de plátanos, vasos con agua y, por supuesto,
varios montoncitos de tamales de hoja de maíz.
La oficiante del ritual es
Lila Downs, que hace de sacerdotisa para comenzar con una oración fúnebre “¿Qué
pasó mi México? Venimos a cantarles esta noche con todo el cariño, respeto y
amor que se merecen ustedes, pero también para honrar a los fallecidos por el
sismo y por la violencia, cosa difícil de mirar de frente, pero que es una
realidad”.
No es, sin embargo, una
ceremonia triste, sino que se mueve entre la indignación y el júbilo. “Humito
de copal” es la descripción exacta del ambiente: su ritmo pegajoso mueve al
baile al mismo tiempo que su letra de denuncia trae a la memoria “la voz del
que desapareció, la mujer que por su vida peleó, la estudiante que cambia las
reglas, la normalista que se manifiesta, la palabra que llora la tierra”.
Dos hombres fornidos
cambian el tono de manera radical al taconear al estilo norteño alrededor de
Lila, a quien no le impresiona la demostración de sensualidad y se mantiene
concentrada en la interpretación de “Tus pencas”. Las que no se contienen son
las mujeres que desde las butacas gritan piropos y lanzan besos.
Muy rápido esa llama de
acetileno se apaga con la siguiente proclama: “Este mensaje va para nuestro
vecino de allá del norte, porque como que no sabe, no tomó clases de historia y
menos de Latinoamérica. No nos conoce y no sabe de nuestro orgullo y riqueza
cultural. Así que decidimos darle una clase para que conozca a un zapoteco que
llegó a presidente de la nación”. En las pantallas aparece la imagen más
reconocible de Benito Juárez, la que se ha repetido en las monografías
escolares para representar al hombre que alguna vez exigió a los servidores
públicos vivir “en la honrosa medianía que proporciona su salario”.
La clase para Donald
Trump, actual presidente de Estados Unidos a quien se le dedica “Son de Juárez”,
incluye una danza de chinelos, esos personajes que a mediados del siglo XIX
surgieron en Morelos para burlarse de los españoles durante los carnavales.
Los chinelos se despiden
pero el ambiente de carnaval permanece porque la clase todavía no termina. Es
hora de la materia de son tuxtepecano, el que suena entre las llanuras y
caminos del istmo oaxaqueño. Caña Dulce y Caña Brava acompaña a Downs en “La
iguana”, “Los chiles verdes” y “El Querreque” en versiones que transmiten el
espíritu femenino de este grupo compuesto por Adriana Cao, Valeria Rojas,
Raquel Palacios y Alejandro Loredo.
La materia de “grito de mariachi”
es obligatoria. “¡Mi querido Tenampa, cómo te extraño! ¡Viva Garibaldi!”, exclama
Lila con la compañía del Mariachi Son de Jalisco. Intenta aquí caminar hacia
los pasillos de la butaquería, pero apenas llega a la escalinata del escenario
se topa con una valla de fans que quieren cantar a dueto con ella. Y en efecto,
les presta el micrófono en un par de versos de “Me nace del corazón”.
La clase no sólo es de
música, también de mezcal. Lila aprovecha un receso para tomar una botella con
las manos, rocía unas cuantas gotas frente a la ofrenda de Día de Muertos y
luego da un trago largo. “¡Agradezco a la Madre Tierra por este regalo!”,
exclama luego de beberlo y antes de cantar “Mezcalito”.
La ofrenda se convierte
así en parte central de la noche porque Downs también se acerca a ella con un
rebozo en la cabeza en señal de duelo. A su alrededor aparece una delegación de
Ixtepec para moverse con melancolía en “La Llorona”. Hincada entre las
veladoras y con el papel picado de fondo, hace de este son istmeño un lamento
por aquellos a los que desde el principio dedicó el concierto: las víctimas de
los sismos y de la violencia. “No los olvidemos”, reza. Por lo menos hoy todos
recuerdan. ♪
Todo cabe en un salón
El disco más reciente de
Lila Downs sucede en un lugar dentro de la imaginación de la cantante. “Es un
espacio donde se baila con tristeza y melancolía, pero también hay lugar para
lo sensual”, explica. Se llama Salón
lágrimas y deseo, y es una recopilación de sus ideales y filias.
Oaxaca.
“Inmortal” es una de las siete canciones originales del disco, compuestas por Lila
y que describe como “un danzonete, una poesía dedicada a Oaxaca”.
Política.
“Me preocupa lo que sucede en mi México y, peor, lo que sucede en Estados
Unidos con gente que odia”, dice al detallar el espíritu de “Son de Juárez”, en
el que colabora con la Banda Tierra Mojada.
Sensualidad.
“Es un espacio también para lo cachondo”, afirma acerca de “Tus pencas”, que
también es un poema a los pulqueros, oficio al que se dedicó su abuela.
Colaboraciones.
“Vamos a invitar a cuatro artistas, para ver si caen dos”, pensó Lila al
comenzar la grabación. Pero tuvo la fortuna de que todos aceptaron. Con Carla
Morrison interpreta “Ser paloma”, hace “Envidia” con Andrés Calamaro, tiene a
Mon Laferte en “Peligrosa”, y finalmente a El Cigala para una versión de “Un mundo
raro”.
Obsesión.
Unir mundos diferentes. Tal ha sido la idea con la que Downs ha compuesto y
cantado desde el principio de su carrera. “Por eso ahora me pega mucho, me lastima
lo que estamos viviendo. Es, como dice José Alfredo, que estamos viviendo en un
mundo raro”. (J.A.Q.)
Programa
Patria madrina / Tu
cárcel / Humito de copal / La cama de piedra / Tus pencas / Con Caña Dulce y Caña Brava: La iguana -
Los chiles verdes – El Querreque / Mezcalito / Inmortal / El feo / La Llorona /
Son de Juárez / El relámpago / Con Mariachi
Son de Jalisco: Paloma Negra - Me nace del corazón - Cielo rojo / Palabras
de mujer / Seguiré mi viaje / Urge / Viene la muerte / Peligrosa / Envidia /
Cucurrucucú, paloma / El son de los difuntos / Zapata se queda / Un mundo raro
/ Cumbia del mole / Las marmotas.
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Foto: Chino Lemus / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Chino Lemus / Colección Auditorio Nacional. |
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Foto: Chino Lemus / Colección Auditorio Nacional. |
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