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Foto: Metropolitan Opera de Nueva York / Colección: Auditorio Nacional. |
Transmisión
de ópera en vivo desde el Met de Nueva York, en pantalla gigante de alta
definición.
Temporada 2017-2018 / 18 de noviembre, 2017 / Función única / 2:50 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Temporada 2017-2018 / 18 de noviembre, 2017 / Función única / 2:50 hrs. de duración /
Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional.
Fernando
Figueroa
El
compositor británico Thomas Adès le dice a la anfitriona Susan Graham que vio El ángel exterminador, de Luis Buñuel,
cuando tenía apenas trece o catorce años. Desde entonces le encantó “el
espíritu anárquico” de esa historia. A los treinta, la película tomó por asalto
su mente y lo obligó a planear una ópera con el mismo argumento. Hace una
década le pidió ayuda al director de teatro Tom Cairns y entre ambos hicieron
el libreto.
Adès
y Cairns contaron con el apoyo del Festival de Salzburgo, el Covent Garden de
Londres, la Ópera Real de Copenhague y el Met de Nueva York. Ya con el libreto
en su poder, la mano de Adès escribió “por sí sola” la música. Así lo explica
él mismo: “Tú no eliges los temas, los temas te eligen a ti, y las notas se
escriben a sí mismas. Tú no empujas el lápiz, el lápiz te empuja a ti; de esa
forma no puedes equivocarte, siempre haces lo correcto”.
El
estreno se produjo el 28 de julio de 2016 en el Festival de Salzburgo, luego se
montó en Londres y ahora en Nueva York, siempre con el mismo elenco y con Adès
al frente de las orquestas. Se trata de una obra coral sin figuras
protagónicas, en donde los personajes se expresan con recitativos cargados de
sarcasmo e ironía. Sólo Leticia (Audrey Luna), el personaje que representa a
una soprano, canta al final un aria liberadora; ella misma, en otro pasaje,
alcanza un la sobreagudo, la nota más alta que se ha oído en ciento treinta y
siete años de historia del Met.
Al
ser entrevistado, el bajo John Tomlinson (Doctor Carlos Conde) afirma que “Adès
creó un sonido único para cada personaje, con maravillosas líneas vocales, muy
wagnerianas”.
Si
esta ópera ha sido un gran suceso cultural en Europa y Estados Unidos, no lo es
menos en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, pues fue en esta urbe
donde el genio aragonés filmó su inquietante cinta. Es más: la casa del
matrimonio Nóbile, donde se ofrece la famosa cena, aún está a unos cuantos
pasos de este recinto, en la esquina de Homero y Calderón de la Barca.
A
quienes conocen la película les resulta imposible no armar un divertido rompecabezas
mental en el que tenores, barítonos, bajos, sopranos, mezzosopranos y hasta un
contratenor son sustituidos por actores y actrices que en la segunda mitad del
siglo pasado fueron rostros familiares en los escenarios mexicanos y en las
pantallas de televisión y cine.
En
el mundo de la imaginación es posible ver a Audrey Luna con el cuerpo y la cara
de Silvia Pinal, pues ambas interpretan a Leticia, alias La Walkiria. Lo mismo sucede con los cantantes que hoy dan vida a
personajes que en 1962 fueron encarnados por Claudio Brook, Enrique Rambal,
Lucy Gallardo, Ofelia Guilmáin, Bertha Moss, Tito Junco, Nadia Haro Oliva, Augusto
Benedico, Jacqueline Andere, etcétera.
Al
igual que en la película, en la ópera las campanas anuncian un ritual
insospechado, pero en la nueva versión musical hay un instrumento electrónico
que da voz al mismísimo ángel exterminador: ondas Martenot. Es un teclado que en
este caso pulsa Cynthia Millar; en las entrevistas ella afirma que el aparato
produce “sonidos aterradores, de otra dimensión”, exactamente los que se
requieren para ambientar escenas de cautiverio.
En
términos generales, la obra de Adès es fiel al guión de Luis Buñuel y Luis
Alcoriza. Un grupo de amigos millonarios que han asistido a una función de
ópera —Lucía de Lammermoor, de
Donizetti—, arriban con sus mejores galas a la mansión de los Nóbile para cenar
y departir. Siguiendo una premonición o corazonada, los empleados huyen y dejan
solo al mayordomo, quien no se da abasto para atender a los invitados y literalmente
“pastorear” borreguitos.
Nadie
sabe por qué, pero los burgueses son incapaces de abandonar la casa, donde
permanecen durante varios días en una atmósfera surrealista. Lo que en un
inicio son buenas maneras y sonrisas, con el paso del tiempo se transforman en
comportamientos bestiales que desembocan en pleitos e incluso la muerte de
algunos asistentes.
En
un momento dado, Leticia se percata de que todos los invitados están colocados
en el mismo sitio en el que estaban la noche de la fiesta, cuando Blanca tocaba
una sonata de Paradisi en el piano. Entonces los conmina a repetir los mismos
diálogos y de tal manera se rompe esa especie de hechizo que les impedía salir
a la calle, donde los espera una muchedumbre. Un altísimo muro, que separa la
mansión del exterior, vira un poco y se transforma en un enorme marco sin
puerta por donde es muy sencillo cruzar.
Para
el estreno de la película en salas francesas, se incluyó un mensaje escrito por
Buñuel que aparecía antes de la proyección: “Si el filme que van a ver les
parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la
vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no
haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente. Quizás la
explicación de El ángel exterminador
sea que, racionalmente, no hay ninguna”. ♪
Adès, Figueroa y
Alatriste
•
Durante la tradicional charla previa, en el Lunario, el maestro Sergio Vela
elogió las tres óperas que Thomas Adès ha compuesto hasta el momento: Powder her face (1995), The tempest (2004) y The exterminating angel (2016),
considerándolas “singulares y brillantes”. También se refirió a la necesidad de
renovación del repertorio operístico como requisito indispensable para la supervivencia
de ese género musical.
•
En noviembre de 2012 se transmitió desde el Met de Nueva York La tempestad, a partir de la obra de
Shakespeare, con la participación estelar del barítono Simon Keenlyside como
Próspero. En el papel de Ariel, Audrey Luna lució su audaz coloratura.
•
El cuadro La balsa de la Medusa (1819),
de Theodore Géricault, inspiró a Luis Buñuel para crear El ángel exterminador, cinta que inicialmente tenía el título de Los náufragos de la calle Providencia.
•
La fotografía de El ángel exterminador
estuvo a cargo de Gabriel Figueroa, quien también trabajó con Buñuel en Los olvidados (1950), Nazarín (1958) y Simón del desierto (1964).
•
Varios actores que participaron en El
ángel exterminador concuerdan al decir que durante el rodaje sus cuerpos
eran embarrados con miel, para crear en ellos una sensación de incomodidad
física y emocional.
•
El productor de esa cinta fue Gustavo Alatriste, entonces esposo de Silvia
Pinal, quien además financió Viridiana
(1961) y Simón del desierto. (F.F.)
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Foto: Metropolitan Opera de Nueva York / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Metropolitan Opera de Nueva York / Colección: Auditorio Nacional. |
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Foto: Metropolitan Opera de Nueva York / Colección: Auditorio Nacional. |
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