En concierto / 30 de octubre, 2017 / Función única /
1:55 hrs. de duración / Promotor: Orli Beigel.
1:55 hrs. de duración / Promotor: Orli Beigel.
Julio Alejandro Quijano
Se ponen de pie. Todos. ¿Por qué? Casi
seguro porque, como le pasaba a José Vasconcelos con los libros, hay música que
se puede escuchar sentado, pero existe otra que, en cuanto se descubre su
genio, provoca el impulso de levantarse.
Empieza Maya por el final, con las últimas
estrofas del tema que compusieron Agustín Lara y su hermana María Teresa: “Piensa en mí / cuando sufras, / cuando
llores / también piensa en mí. / Cuando quieras / quitarme la vida, / no la
quiero para nada, / para nada me sirve sin ti”. Su fraseo denota el esfuerzo de
quien ha aprendido español con entusiasmo: no es perfecto, pero sí emotivo.
Entra Matan: tom, platillo, platillo, tom,
tom. Es la contundencia de quien ha deconstruido la pieza para descubrir los
elementos esenciales y presentarlos de una manera simple e innovadora.
Lo que sigue es un aplauso espontáneo y
explosivo para este dúo israelí, Maya Belsitzman y Matan Ephrat, al que le
gusta definirse como música del mundo. “Es nuestra primera vez en México y por
eso quisimos hacer algo especialmente para ustedes”, dice ella en inglés al ver
que todos están de pie para agradecer la manera en que convierte el bolero de
Lara en un jazz que hasta le permite una improvisación con su chelo.
No es lo único que ofrecen en español.
También su corazón. El respectivo tema de Fito Páez se ha convertido en una
especie de himno desde su primera gira en Latinoamérica hace dos años, cuando
llegaron al Festival de Jazz de Buenos Aires; ahora vinieron al Festival
Internacional Cervantino y se presentaron en el Templo de la Valenciana, en
Guanajuato.
En el Lunario, Matan inicia “Yo vengo a
ofrecer mi corazón” con percusiones que tienen algo de tribal, como llamando a
la guerra, y que dan paso a la voz de Maya:
“¿Quién dijo que todo está perdido? / Yo vengo a ofrecer mi corazón, /
tanta sangre que se llevó el río, / yo vengo a ofrecer mi corazón”. Otra vez el aplauso es de pie.
La sesión en español incluye “Recuerdos de
Ypacaraí”, en la que Maya conserva la palabra guaraní “kuñataí” (que significa
“señorita”), lo que le da aún más sentido a su ímpetu global, a su idea de ser
músicos que hacen de las fronteras una posibilidad de descubrir y
reinterpretar: hablan en inglés, cantan en español, pero se comunican con
música.
Eso explica que las ovaciones de pie
también son para “Mishehu”, popular canción hebrea que condensa un mensaje de
sabiduría: “al final de los tiempos alguien me espera para responder a mis
preguntas”.
La intención mística es constante. “La
siguiente canción es una de las más hermosas que he escuchado en hebreo. Me gustaría
traducirles tan sólo los primeros versos. Se llama ‘Become’ y dice: ‘Ahora todo
está perfecto. Ahora que estoy bajo la protección de la Madre Tierra, los
problemas me parecen oportunidades y las cosas malas encima de mí se
convirtieron en flores hermosas’”. Se llama “Hayi Shketa”, en la que mejor se aprecia
la fusión de Maya (voz y violonchelo ágiles) y Matan (percusiones fuertes y
profundas).
La despedida es de pie. Pero de parte de
los músicos que van al proscenio, aplauden y señalan al público para mostrar
que la admiración es mutua. “No seríamos nada sin ustedes, seguro que
regresaremos”, dice Maya en español. ♪
Programa
Gipsy / Veshum sela / Mishehu / Tzama
Lecha Nafshi / Yellow storm / Yo vengo a ofrecer mi corazón / Recuerdos de
Ypacaraí / Hayi shketa / Never / Hayal / Yam yam yam / ladid Nefesh/ Piensa en
mí.
![]() |
Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
![]() |
Foto: Marie Pain / Colección: Auditorio Nacional. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario