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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional |
18 de agosto, 2017 / Función única / 2:15 hrs. de duración /
Promotor: Marcela Hernández Yáñez.
Fernando Figueroa
En agosto de 2016 en el Lunario se presentó el álbum Lo maravi Yoshio de Manzanero, con la presencia del autor yucateco. Bajo el mismo concepto, esta noche el intérprete capitalino expone su nuevo material con canciones de Álvaro Carrillo, autor de joyas como “Seguiré mi viaje”, “Un poco más” y “La señal”, entre otras.
Carlos Cuevas surge de entre las sombras y une su voz a la del cantante de ascendencia japonesa; entregan “Amor mío” y “El andariego”, cuyas melodías y letras justifican que El Rey del Bolero se refiera al compositor con el conocido mote de San Álvaro Carrillo. Bromista, Cuevas dice que desde niño admiró a Yoshio cuando éste competía en el Festival OTI.
En efecto, la experiencia de Yoshio en ese certamen musical fue larga (diez participaciones) y fructífera; comenzó en 1973 cuando pertenecía al grupo Juglaría, y llegó al cenit en 1981 al ganar como solista el primer lugar nacional con “Lo que pasó, pasó”, de Felipe Gil. Además, en tres ocasiones recibió Medalla de oro como mejor intérprete masculino.
Un dato poco conocido en su carrera es el segundo lugar que obtuvo en el Festival de la Canción Popular Yamaha (1982), celebrado en Tokio; participó con “Enséñame a querer”, de Mario Molina Montes y fue considerado Mejor Intérprete Absoluto, por encima de Céline Dion. Ese día fue uno de los más emocionantes de su vida porque triunfó en el país de su padre, representando al país de su madre, y ambos progenitores estuvieron presentes en la capital de Japón.
Cuando Yoshio apenas iniciaba sus estudios en una vocacional del Politécnico, les dijo a sus papás que quería dedicarse por completo a la música y ellos lo apoyaron. Esta noche el cantante recuerda aquella experiencia y añade que él desea que su hija Kaoru estudie canto en el extranjero. Al parecer, el dinero que gaste será una buena inversión pues la joven posee una voz potente de soprano que luce al interpretar a solas “O mio babbino caro” (de la ópera Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini) y “Think of me” (de El fantasma de la ópera, de Andrew Lloyd Weber).
Yoshio es un tenor lírico spinto que puede colmar el espacio con su potencia o susurrar frases cuando se requiere. Lo acompaña un poderoso grupo compuesto por dos teclados, batería, percusiones, tres coristas y guitarra, liderados por el bajista David Pérez; de manera intermitente participan Fernando Flores (requinto) y Abel Jiménez (trompeta), quienes brillan en solos memorables.
Aunque la columna vertebral del espectáculo es el temario de Álvaro Carrillo —incluso “Cancionero”, a dueto con Aranza—, no pueden faltar los éxitos de Yoshio y un nutrido popurrí de temas célebres del Festival OTI que el público corea con entusiasmo: “Un tipo como yo”, “Como tú”, “Vive”, “Al final”, “La felicidad”.
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Foto: Marie Pain / Colección Auditorio Nacional |
Cerca de la medianoche, la gente abandona el recinto con la sensación de que todo tiempo pasado fue mejor, y con ganas de volver el próximo año para oír Lo maravi Yoshio de Roberto Cantoral, si los planes del vocalista y del público se concretan.
Programa
Samurái / Amo la vida / Encadenado / Ámame / Tú no te imaginas / A dónde vamos a parar / Cuerpo sin alma / El reencuentro / Sabrá Dios / Amor mío – El andariego (con Carlos Cuevas) / Cancionero (con Aranza) / La mentira (con Gualberto Castro) / Qué mal amada estás (Gualberto Castro) / O mio babbino caro – Think of me (Kaoru) / Popurrí OTI / Lo que pasó, pasó / Reina de corazones.
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