Foto: Fernando Aceves / Colección Auditorio Nacional |
Bestia Festival, John Zorn’s Project(s): Klezmerson, Abraxas, Secret Chiefs 3, Bladerunner / 5 de diciembre, 2015 /
Función única / 2:25 hrs. de duración / Promotor: Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional - Visual3 S.A. de C.V.
No hay palabras, se han evaporado. Ni un anuncio, ni un agradecimiento, del escenario no brota ningún vocablo, apenas alguna señal que se pierde en medio de la euforia. Sin embargo, ¿quién necesita del habla cuando el lenguaje de las notas musicales se explaya y conjuga bellamente?
Abre el grupo mexicano Klezmerson con el ensamble de lujo, expandido, integrado por Benjamín Schwartz (dirección, viola, teclado), María Emilia Martínez (flauta, teclados, coros), Carina López (bajo), Federico Schmucler (guitarra), Carlos Metta (jarana), Gustavo Nandayapa (batería), Chatrán González (percusión), Rodrigo Garibay (sax), Javier Rodríguez (trompeta) y Reiner Toledo (trombón). Hincan el diente a esa propuesta de son, klezmer y surf, y lo hacen con corrección, vuelven ese amasiato impúdico entre géneros un todo armónico y delicioso. Se escuchan asentados, entre ellos la comunicación fluye y se expande a los presentes. Ese ritmo que a veces se mueve entre el mambo y el afropop es comandado con tino por Benjamín Shwartz, que cede continuamente la voz a sus músicos y en donde metales, flauta y percusiones aportan colorido. El resto de los instrumentos no se queda a la zaga, impera la unidad de grupo y el sabor de un lujoso comienzo.
No obstante, nada te prepara para lo que viene. Es como si de pronto sonara una estruendosa bocina y al voltear te vieras arrollado por un camión. El impacto, el volar por los aires, ver tu vida pasar, caer, sentir el dolor y el agobio de no saber si vives, mueres o sueñas, para finalmente levantarte y darte cuenta de que aún sigues vivo, es lo que sucede los siguientes treinta minutos.
Abraxas, la banda estadounidense-israelí integrada por Aram Bajakian y Eyal Maoz, guitarras; Kenny Grohowski, batería; y Shanir Ezra Blumenkranz, gimbri (cordófono del norte de África), devastan el lugar de principio a fin. No hay un momento de reposo. Blumenkranz atiza el ritmo desde las primeras notas y con Grohowski crea una alfombra que permite a Bajakian y Maoz atacar sus instrumentos como si no quisieran dejarlos vivos: disonancias, melodías, atmósferas, simplemente exploran todo lo que pueden en media hora. Mucha fuerza, energía desmedida.
El intermedio permite asimilar lo escuchado. La pausa asienta los sentidos y da pie a la entrada de Secret Chiefs 3, proyecto estadounidense liderado por Trey Spruance, que hace frente a la noche con un comienzo más reposado, acompañado por Eyvind Kang (violín), William Winant (percusión vibráfono), Shanir Blumenkranz (bajo), Kenny Grohoski (batería), Matt Lebofsky (teclados) y Jason Schimmel (guitarra). Si bien su música es menos demoledora, su construcción es más compleja en cuanto a que genera bloques de sonido que yuxtapone de tal manera que los cambios de tiempo, las paradas, los arranques y los matices están a la orden. Sus composiciones, en las cuales encontramos elementos de klezmer, también abrevan del metal. Cuando esto acontece, Secret Chiefs 3 revela el rostro duro. Violín, vibráfono, teclados, dotan de otros colores a la música del grupo que tiene en un fino hilado una de sus principales cualidades.
¿Y el cierre? No es fácil estar frente a leyendas y no sentir el peso de las mismas. Bladerunner es un súper grupo que tiene en sus filas a John Zorn (sax), Bill Laswell (bajo) y Dave Lombardo (batería). Un power trio que se presenta en directo muy esporádicamente, no ha grabado nada oficialmente y que descarga un set de improvisación y poder bastante breve, pero que no obstante muestra talento, oficio. Laswell en muy buena forma, aunque un poco contenido; Zorn al sax extrae esos graznidos y ruidos que ya son su marca registrada, aunque también construye líneas melódicas que por instantes pugnan por hacerse escuchar en medio del firme percutir de Lombardo, quien lo mismo se maneja con fuerza bruta que en delicados matices cuando hay oportunidad. ¿De qué genes están dotados estos músicos capaces de crear esa aura sonora sin tocar con frecuencia entre ellos?
Foto: Fernando Aceves / Colección Auditorio Nacional |
Para el encore, Bladerunner invita a Grohowski (quien se enzarza en una lucha con Lombardo) y a Spruance (quien hace un “ruidoso” solo) y arman una masa sonora densa, caótica, amorfa y con pocos espacios.
El público mexicano, aunque ya ha visto muchos músicos de gran nivel, se merecía una noche como ésta. Fuera de este mundo.
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