Del 7 al 18 de junio, 2006 / 48 324 asistentes / 16 funciones /
2:30 hrs. de duración / Promotor: OCESA, S.A. de C.V.
Nayma González
A más de treinta años de haberse convertido en el grupo más exitoso del pop, la numeralia alrededor de ABBA es intimidatoria: trescientos cincuenta millones de discos vendidos (apenas atrás de The Beatles); veintiséis sencillos asentados en el inconsciente colectivo; apariciones constantes en las primeras posiciones de Billboard; recopilaciones, box sets y DVDs que se venden como pan caliente; tributos que comprenden versiones amateurs hasta covers de lujo como el de Dionne Warwick; una inmensa nómina de fans que incluye a John Lennon, Pete Townshend, U2, Madonna, Erasure y Magnetic Fields, entre otros; su país natal lanzando ediciones limitadas de sellos postales con su imagen (a cargo del artista Czeslaw Slania) y hoy inconseguibles hasta en eBay; ofrecimientos de un billón de dólares por reunirse y hacer una gira mundial; musicales basados en sus canciones…
ABBA fue algo más que una dulcería vikinga convertida en fábrica de éxitos. No es exagerado decir que Björn Ulvaeus y Benny Andersson son los mejores estudiantes de la escuela del pop, particularmente de los profesores Phil Spector y Brian Wilson de The Beach Boys. Las armonías perfectas de ABBA son un eco de la técnica vocal que Wilson perfeccionó con la ayuda de sus hermanos para entablar un diálogo con Dios. Así de celestial es el asunto. En 1972, Björn y Benny decidieron que su ambición sólo podía cobrar forma en un ambiente de amor e intimidad: invitaron a sus novias, con talento no menor, a completar el cuarteto. Agnetha Fältskog era cantante y compositora de pop delicado desde sus años tiernos y Anni-Frid Frida Lyngstad, vocalista de jazz desde mediados de los sesenta. Y como gurú, Stig Anderson, manager, productor y tercer compositor. A partir de “Waterloo”, que les dio el primer lugar en el festival Eurovisión, no hubo paso atrás.
Mamma Mia!, el musical, fue escrito en 1999 por la británica Catherine Johnson y varias productoras teatrales la han llevado a las principales ciudades del mundo, teniendo una enorme aceptación, particularmente en los escenarios de Broadway. Esta es la misma macro-producción que se desplaza hasta Guadalajara, Monterrey y la ciudad de México —primer país de Latinoamérica donde se presenta— y que no ha tenido ninguna adaptación, excepto el modesto subtitulaje presentado en las pantallas laterales del escenario; dato que no puede dejar de considerarse accidentado y excluyente, si tomamos en cuenta que en España se planeó una adaptación al castellano. Y es que resulta imposible pretender que todos los espectadores mexicanos dominen el inglés al cien por ciento y tengan que conformarse con disfrutar la parte musical sin entender la historia, pues prestar atención simultánea al escenario y a los subtítulos no es tarea sencilla.
La historia, contada en dos actos y un epílogo, transcurre en una isla griega y se centra en la búsqueda de identidad de Sophie, una joven a punto de casarse y deseosa de saber quién de tres posibles candidatos es su verdadero padre, para que la entregue en el altar. Los diálogos se interrelacionan con fragmentos de las canciones interpretadas por los protagonistas, incluso por los varones, sin que esta mínima alteración de los temas originales luzca forzada. Sin embargo, la trama no siempre le hace justicia a las melodías y resulta demasiado ligera, incluso para los estándares del pop masivo. Además, la ambientación y las actuaciones en tonos pastel remiten a las telenovelas rosa o a melodramas como Beverly Hills 90210. Dicha ligereza es proporcional con el predecible final feliz, aunque no por ello deje de tener momentos divertidos y picarescos, particularmente el agitado pasado de la mamá, Donna.
Pocos podrán negar que la mejor parte es el epílogo, una ruptura de formas donde todo el elenco viste con colores setenteros, botas de plataforma, diamantina en cabelleras y una perfecta habilidad vocal para dar paso a un mini-concierto con tres canciones, donde se evocó a ABBA de manera orquestal y magnificente. Actores y público cantaron y bailaron “Dancing queen”, “Mamma mia” y “Waterloo”, recurriendo a la mímica para recrear el espíritu de Frida, Benny, Agnetha y Björn cuando eran dos parejas que se amaban y se cantaban de manera azucarada. Quince minutos de perfecta y merecida reverencia a un grupo cuyo legado forma parte de las gemas del pop.
Un largo matrimonio artístico
Diestros en la hechura de canciones pegajosas, Björn Ulvaeus y Benny Andersson consiguieron que ABBA se distinguiera de sus contemporáneos por condensar en tres minutos, ejercicios lúdicos y sentimentales que se valían por igual del bubblegum pop, la balada y una juguetona psicodelia. “S.O.S.” era un reclamo sentimental diluido en una poderosa solución de insulina; “Mamma mia”, un dardo endulzado que desbancó a “Bohemian rhapsody”, de Queen, del primer lugar en las listas; “Fernando”, una lamentación sobre el amor perdido cantada por la melancólica Frida; “Dancing queen”, un instructivo sobre cómo hacer una canción perfecta que pone a bailar hasta al acero… En 1978, ABBA lanzó The album que contiene una joya con status de himno llamada “Thank you for the music”, de los últimos mega-sencillos antes de que los suecos decidieran ir racionando tanta glotonería e impedir un inminente coma diabético. En 1980, “Super trouper” significó un giro estilístico, incorporando sintetizadores y una lírica más personal, coincidente con la ruptura matrimonial de Björn y Agnetha. The visitors, aparecido al año siguiente y con un sonido maduro y triste exploraba temas punzantes como el fracaso de las relaciones (“One of us”), particularmente las de los cuatro músicos que llegaban al final del camino como parejas y socios musicales, despidiéndose definitivamente de estudios y escenarios en 1982.
Desde entonces, Björn y Benny, adversos al divorcio creativo, se han adentrado en el teatro musical, produciendo Chess en 1984, que fue montada en Broadway a finales de los ochenta, Kristina från Duvemåla en 1995, basada en la novela sueca Emigrants y de la cual se prepara actualmente una versión en inglés para ser presentada en escenarios neoyorquinos. Pero la incursión mejor lograda por el dueto ha sido en Mamma mia!, cuya historia se basa en las canciones más famosas del grupo. Este recurso ha resultado bastante efectivo como se nota en las adaptaciones de los éxitos de Billy Joel en Movin’ out, The Beach Boys en Good vibrations, y Elvis Presley en All shook up, entre otros, en un género denominado musical de rocola. (N.G.)
Programa
Prólogo
Tres meses antes de la boda
Honey, honey
Money, money, money
Thank you for the music
Acto I
Un día antes de la boda
Mamma mia
Chiquitita
Dancing queen
Lay all your love on me
Super trouper
Gimme! gimme! gimme!
The name of the game
Voulez-Vous
Acto II
El día de la boda
Under attack
One of us
S.O.S.
Does your mother know
Knowing me, knowing you
Our last summer
Slipping through my fingers
The winner takes it all
Take a chance on me
I Do, I do, I do, I do, I do
I have a dream
Encore
Mamma mia
Dancing queen
Waterloo
Créditos
Productores
Judy Craymer
Richard East
Björn Ulvaeus
Libreto
Catherine Johnson
Diseño de producción
Mark Thompson
Diseño de iluminación
Howard Harrison
Diseño de audio
Andrew Bruce
Bobby Aitken
Dirección de escena
Bryan Landrine
Dirección general
Phyllida Lloyd
Dirección musical
Susan Draus
Elenco
Sophie Sheridan Carrie Manolakos
Ali Tiffani Barbour
Lisa Karla L. Beard
Tanya Lisa Mandel
Rosie Laura Ware
Donna Sheridan Laurie Wells
Sky Corey Greenan
Pepper Robert Pendilla
Eddie Michael Grayman
Harry Bright Ian Simpson
Bill Austin Milo Shandel
Sam Carmichael Sean Allan Krill
Father Alexandrios Brad Wills
Bailarines
Sara Braslow
Adam Michael Hart
Rosalie Vega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario