El himno al amor / 20 de octubre, 2005 / 348 asistentes / Función única /
1:45 hrs. de duración / Promotor: Alianza Francesa / FUAAN
Mariana Norandi
Desde hace más de dos décadas, el flamenco extendió sus brazos para unirse con ritmos y pasiones de muy distintas regiones, como el son cubano, blues o tango. Ahora ha descubierto otro género con quien establecer lazos espirituales: la chanson française.
En 2001 varias figuras del flamenco realizaron un homenaje a la canción francesa con un álbum en el que participaron artistas como Ramón El Portugués, Guadiana y Montse Cortés. Entre los invitados estuvo Ana Salazar, joven bailaora gaditana que había compartido escenarios con coreógrafos como Rafael Amargo o Antonio Canales, y que en el canto ha tenido un sorprendente éxito. Este salto lo dio en 1997. Durante una gira en Rusia, sufrió un accidente y se fracturó una pierna. El desafortunado acontecimiento provocó que enfocara su carrera hacia el cante. Dos años después lanzó su primera grabación, de cuyo nombre no se quiere acordar, y orientó su arte hacia esa nueva faceta. Participó entonces en el álbum referido con “Las hojas muertas”, de Jacques Prévert. Cuando llegó a los escenarios, le propusieron interpretar “Más azul que tus ojos”, que popularizó Edith Piaf; desde ahí quedó embrujada por ella. “Es tan flamenca”, dijo en una ocasión.
En 2003, cuando se cumplían cuarenta años del deceso de El Gorrión de París, grabó Ana Salazar canta a Edith Piaf, once temas empapados en flamenco. La gaditana temía la reacción de la crítica gala, exigente y adoradora de su icono, pero, lejos de molestarse, quedó fascinada y le otorgó el premio de la Sociedad de Autores Franceses al Mejor Disco del Año. Todo un hito porque fue la primera vez que esta institución atendió a la grabación de una artista extranjera ajena que no se expresa en francés.
Salazar empezó a recorrer el mundo, mostrando que el flamenco sólo necesita un lenguaje igual de apasionado para conseguir vínculos firmes y sublimes. Llegó a la ciudad de México para presentarse en el Lunario ante un público cautivo de Piaf, del flamenco y del buen arte. Acompañada por Hugo Pérez (acordeón), Guillermo McGil (percusión) y José Ordóñez (guitarra flamenca), Salazar ofreció un espectáculo intimista y seductor. Su sonido recordaba al cabaret francés y a un tablao flamenco, y se columpió por ambos de manera natural y sensual. Algunos temas fueron acompañados por intensos zapateos, mientras otros los bordó a cappella. El publicó aceptó su propuesta y, sobre todo, ovacionó “Palabras de amor” y “La vida en rosa”, cuya melodía fue enriquecida con el flamenco-jazz del percusionista, director musical y productor del disco, Guillermo McGil.
Se despidió con un tema que interpreta Chavela Vargas; con él dejó claro que su ímpetu por fusionar el flamenco con otros ritmos la puede llevar, en su siguiente aventura, a introducirse en sonidos mexicanos.
Programa
No me arrepiento de nada
El acordeonista
Dios mío
Mon manège à moi
Como yo
Azul
Palabras de amor
Historia de amor
Himno al amor
La vida en rosa
Padam
Con este sol
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