Tocatas, cantatas y mentatas / 27 de agosto, 2005 / 9 591 asistentes /
Función única / 2:45 hrs. de duración / Promotor: Martha De Cea Producciones
Fernando Figueroa
Ya tiene setenta años, pero parece de treinta y cinco y de cien. Su vitalidad no ha mermado y posee la sabiduría de un anciano que dedica su vida al rescate de la música tradicional mexicana.
Los espectadores saben que Óscar Chávez vale su peso —y su edad— en oro. Valoran por igual su calidad artística y su integridad personal, y están conscientes de que personajes de este calibre no se dan en maceta, por ello se sienten privilegiados al escuchar al entrañable trovador. Seguramente son muchos los que cada año, desde hace ocho, asisten a esta cita en el Auditorio Nacional, donde hoy cerca de diez mil disfrutan la cosecha del también actor y enloquecen cuando los complace con temas clásicos, aunque nunca falta el que quiere oír “Por ti” a las primeras de cambio. Esta vez ofrecerá canciones amparado por Los Morales, después música antigua para conmemorar los cuatro siglos de la aparición de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha y al final temas en la compañía de la célebre Marimba Nandayapa. Bocados de cardenal.
Comienza con una versión corregida y aumentada de “La casita”, en la que menciona las toallas de lujo en Los Pinos y otras críticas al “gobierno del cambio donde nada ha cambiado”. Al final, pregunta con ironía: “¿Sí le entendieron?”. Chávez está más indignado que de costumbre con la situación política. Con “Petróleo” lamenta los desastres ecológicos provocados por la extracción y venta indiscriminada de oro negro. “Da coraje”, recalca. En “El otro México”, se pregunta si existe un cacique que deje sus propiedades para cruzar el Río Bravo, y en “El canto del bracero” recuerda las penas de quienes van “pa´l norte”.
Cuando habla de la rica tradición musical tabasqueña, afirma que ésta es mucho más importante que los candidatos a la presidencia nacidos “por esos rumbos”. La sátira política no es elemento gratuito en sus presentaciones y la justifica de manera puntual: “Si andas pepenando canciones mexicanas, te tienes que topar con las que critican a los gobernantes y no te puedes hacer guaje”. Una guitarra con dibujos de angelitos a color permanece quieta y muda junto a él, como en exhibición. Es regalo del monero Rius, quien también bautizó al concierto como: Cantantas, tocatas y mentatas.
Pero no todo es crítica política en esta fiesta. Aunque oprimida, el alma del mexicano sabe reírse de su situación y tiene tiempo para cantarle al amor con “Florita del alma”. Los Morales confirman su versatilidad a la hora de acompañar a Chávez en canciones norteñas, sones o huapangos. Julio brinca versátil del acordeón a la jarana y al bajo; Carlos rasga con ternura y pasión el arpa, la guitarra y el bajo sexto, mientras que Héctor impresiona con la velocidad y el virtuosismo de su requinto.
Llega la Marimba Nandayapa con don Zeferino al frente de sus hijos. Todos arropan a Chávez cuando interpreta “La Llorona” y “Perfidia”, así como “Xquenda”, ésta en lengua zapoteca.
Para homenajear al Quijote, el también compositor sugiere la lectura de la novela y entona antiquísimos temas relacionados con la obra de Miguel de Cervantes Saavedra: “Las tres morillas”, “Por unos puertos arriba” y “De la dulce mi enemiga”. Días antes del concierto, explicó: “Investigadores españoles realizaron estudios muy profundos acerca de las referencias de tipo musical que hace Cervantes en su obra. Encontraron maravillas y yo seleccioné unas cositas”. En este segmento barroco aparecen Eloy Cruz en el laúd y Abel Mani en la viola de gamba. El aire se llena de reminiscencias mozárabes; el espíritu de anticuario musical de Óscar Chávez se traslada a la Península Ibérica de hace cuatro siglos.
De regreso al folclor mexicano, lo acompañan Los Morales, la Marimba Nandayapa y el percusionista Esteban Sánchez. Reafirma, entonces, su solidaridad con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su pesar por los decesos de Noel Nicola (1946-2005) y de Carlos Díaz Caíto (1945-2004). “La Sandunga” suena a gloria con la mejor marimba del mundo y tanto “El cangrejo” como “El cascabel” tienen el apoyo mágico del arpa de Carlos Morales. Los boleros “Vete de mí” y “Perdón” son banderillas de fuego para quien padece desamor. Chávez cede a la exigencia popular. Se escuchan “Por ti” y “Macondo” en medio de un delirio previsible pero fascinante y arrollador.
Madera que canta
En 1931 nace Zeferino Nandayapa en Chiapa de Corzo, Oaxaca. Su primer juguete es una pequeña marimba fabricada por su padre. Un regalo para sus manos y sus oídos.
A los 12 años, Zeferino se gana la vida tocando la marimba. En 1951 ingresa al Conservatorio Nacional de Música, donde conoce a personajes del calibre de Blas Galindo y Carlos Chávez. Ahí estudia piano y se enamora de la música de Bach (su favorito), Mozart y Beethoven. Sin embargo, el sonido de la selva está presente y termina por adaptar las lecciones académicas a la marimba.
Don Zeferino lleva este instrumento popular a las salas de concierto. En 1992, Eduardo Mata lo invita a Inglaterra para interpretar obras de Federico Álvarez del Toro con la Orquesta Filarmónica de Londres. Ha sido huésped de la Orquesta Sinfónica Nacional de México y la Orquesta de la Comunidad Española.
Su prodigiosa técnica, que le permite utilizar tres baquetas en cada mano, es apreciada en el Carnegie Hall de Nueva York, así como en recintos de Suiza, Alemania y otros países europeos.
A sus hijos, Javier, Mario, Óscar y Norberto les contagia la pasión por el instrumento. Ellos siguen sus pasos y estudian en el Conservatorio. A los 75 años, Zeferino Nandayapa voltea hacia atrás y no se convierte en estatua de sal sino que contempla una larga carrera que incluye más de 70 álbumes grabados, múltiples reconocimientos internacionales y una marimbita fabricada por su padre con madera de hormiguillo. (F.F.)
Programa
La casita
Petróleo
Regalé mi alma
La Niña de Guatemala
Florita del alma
El otro México
El cangrejo
El cascabel
La Llorona
Xquenda
Perfidia
De la dulce enemiga
Tres morillas
Por unos puertos arriba
La Ixhuateca
La Sandunga
Mi tormento
Blancas mariposas
¡Me lleva la cantada!
Nunca jamás
Qué vacío
El canto del bracero
Los mandados
La tuza
La guacamaya
Se vende mi país
Por ti
Vete de mí
Perdón
Hasta siempre
Macondo
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