6, 9 al 11 y del 15 al 18 de junio, 2005 / 2 169 asistentes / Ocho funciones /
2 hrs. de duración / Promotor: ProShow Producciones
Gustavo Emilio Rosales
De la misma forma en que es inevitable el momento de la entrega pasional, así, de manera tenaz y sin escándalos, se estremece el cuerpo al ingresar en un lugar destinado para el baile. La promesa de que el ritmo habrá de poseernos es entonces poderosa, es un anhelo, y esta noche de Tangos en el Lunario será ocasión estupenda para que las numerosas parejas y conjuntos de jóvenes amigos dialoguen emotivamente con los sentidos energéticos de la danza que, en su tono virtuoso y desde el mito de su música, es símbolo de la disposición erótica.
No sorprende que abunde la juventud dentro de un espectáculo antaño reservado para gente madura. El tango, afirma el director musical y artístico, Patricio Villarejo, se ha desarrollado a la par de la apertura de conocimientos respecto del cuerpo, de sus prácticas sociales e íntimas, convirtiéndose en metáfora donde los públicos del orbe —es difícil encontrar puntos donde no se practiquen los requiebres tangueros— canalizan las inquietudes rítmicas comprometidas con los aspectos constitutivos del género; a saber, alianza de fuerzas contrastantes, intercambio constante de invasiones corpóreas, una violencia contenida que, por procedimientos asombrosos, se transforma en ternura.
Son, en efecto, los propios organismos que para nuestro deleite danzan los que declaran la vigencia y talante cosmopolita de un arte que desde su nacimiento —a finales del siglo XIX en una Buenos Aires abarrotada por los intercambios culturales de la inmigración— fue proclive a mixturas y asimilaciones variopintas. Se trata de hombres y mujeres, bailarines hermosos no sólo por naturaleza, sino por la plena posesión de una belleza forjada al temple de una disciplina coreográfica que sabe de rutinas de ballet y procesos de danza contemporánea como saltos, estiramientos y cargadas.
Sin dilación, la noche se convierte en el imperio del cuerpo. Se necesitan tragos consistentes para desde la mesa dar caza a los interminables muslos de las damas, a la destreza con que los varones tocan profundamente su feminidad tan sólo como acento de una hombría manifiesta en el dominio de contratiempos y ofensivas. Se vuelve menester atrapar, compartir, rescatar, arrebatar para la memoria emotiva las intensidades que brotan en forma generosa de los duetos y cuartetos que articulan la dramaturgia de la escena, atinadamente organizada a partir del contraste integrado por intérpretes de animalidad manifiesta y un quinteto de excelencia —piano, contrabajo, violonchelo, violín y bandoneón— que, sin problemas y con la colaboración determinante de una voz femenil, se planta hacia el fondo de las tablas con una discreción corporal propia de un ensamble de médicos en plena cirugía.
Por los testigos, con certeza también cómplices, de esta comunión coreográfica, no ha pasado ahora el tiempo como cúmulo de instantes llamados minutos o segundos. Nos atravesó, por el contrario, una memoria viva tejida en leyendas musicales —desde la “Cumparsita” hasta “Ojos negros”— y en tonos modernistas —como aquéllos que Piazzolla generó y que hoy son para siempre—, en feliz alianza con la creatividad de intérpretes —algunos miembros del afamado show Forever Tango— que, con las dosis precisas de garbo y sensualidad, nos invitan a reinventar por nuestra cuenta las pulsiones eróticas del tango.
Programa
Preludio Tangos
Milonga pasional
Milonga picante
Milonga para vos
9 de julio
Ojos negros
Los mareados
La yumba
Chique
Uno
La fugazzeta
La Cumparsita
Felicia
Naranjo en flor
Milongueando
Falsa escuadra
Verano porteño
Mala junta
Sin palabras
Viceversa
Bordoneo y 900
Universo
Kicho
Danzarín
Los poseídos
Director
Patricio Villarejo
Bailarines
Verónica Gardella
Alejandra Armenti
Marcelo Bernadaz
Daniel Juárez
Cantante
Patricia Lasala
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