20 y 21 de mayo, 2005 / 601 asistentes / 2 funciones / 2 hrs. de duración /
Promotor: Agencia Productora de Espectáculos, S.A. de C.V.
“Pisar nuevos escenarios siempre es un reto”, dice Guadalupe Pineda luego de interpretar las dos primeras canciones del espectáculo con el cual celebra tres décadas en el medio artístico, aunque en realidad ya tiene treinta y un años cantando. A través de su dulce e intacta voz se percibe en ella una madurez que va más allá del terreno profesional. Nunca se conformó con ser intérprete de temas rancheros por su origen campirano (es sobrina de Antonio Aguilar) ni cantante de protesta con el grupo Sanampay (tras su paso por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM), ni aquella solista que vendió un millón de copias de la canción “Te amo”, ni intérprete de boleros y mucho menos una audaz cantante de arias. Guadalupe Pineda es la suma de sus partes con un elemento extra: el perenne gusto por experimentar. A mitad del concierto dice que prepara un disco para niños con producción de Eugenio Toussaint, quien ocupa una de las mesas del Lunario.
Con gusto presume de su arreglista Alexa Reyes, que toca el piano de forma magistral sin aspavientos. Ambas recorren serenamente la “Vereda tropical”; en el camino se les une un sensual saxofón que se convierte en flauta cuando el tema es “Donde manda su amor”. Guadalupe Pineda bebe un poco de agua y uno piensa: ese líquido es en verdad el elíxir de la eterna juventud. Con la delgadez de una jovencita de veinte años, se presenta con blusa y pantalones blancos casi traslúcidos; luego de un intermedio aparece con vestido negro que deja al descubierto unos delicados hombros de alabastro. Su largo y sedoso cabello parece de anuncio televisivo de champú. Sí que es una mujer bella.
La Pineda dice que los artistas siempre lanzan la piedra con mucha fuerza para alcanzar la luna, y algunas veces dan en el blanco. Cuando canta rancheras la piedra no llega tan lejos como ella quisiera, y lo mismo le sucede con los boleros, aunque por momentos su técnica vocal le permite alcanzar la estratosfera. Más o menos sale bien librada de un popurrí de José Alfredo Jiménez, pero realmente logra conmover cuando su voz expresa sumisión ante el ser amado con “Bésame mucho” y “Ódiame”. Jamás desentona y menos con los tangos “Si yo encontrara un alma” y “Volver”, pero no son el plato fuerte. El show sube de tono cuando llegan las clásicas “Gracias a la vida”, “Fina estampa” y “Como la cigarra”. Sin embargo, donde más luce Guadalupe Pineda es en la interpretación de hitazos de la trova cubana como “Unicornio azul” y “Breve espacio”, aunque también eriza la piel con temas que ella sola hizo populares: “Coincidir” y “Todo cambia”.
Un centenar de rosas, de tono pálido, inunda el escenario. Son el tributo de su esposo, el ex procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia, quien desde una mesa agradece las palabras de amor que ha recibido. El concierto no puede terminar sin el encore esperado: “Te amo”, ese himno escrito por Milanés originalmente para una mujer y que Guadalupe Pineda fue capaz de dedicar al hombre, a todos los hombres que reconocen su derrota ante palabras melosas.
Programa
Vereda tropical
Donde manda su amor
Como la cigarra
Gracias a la vida
Niña color tabaco
Fina estampa
Te quiero más
Breve espacio
Unicornio azul
Coincidir
Todo cambia
Noche de ronda
Bésame mucho
Si me comprendieras
Contigo a la distancia
Tres palabras / Cenizas
Si yo encontrara un alma
Volver
Jacinto Cenobio
Cómo fue
Mañana de carnaval
Fallaste corazón
Popurrí: Amanecí en tus brazos / Tu recuerdo y yo / La que se fue / Historia de un amor
Sabor a mí
Rayito de luna
Ódiame
Ya no me quieras tanto
Mucho amor
Te amo
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