Todos estos años / 18 de marzo, 2005 / 355 asistentes / Función única /
2 hrs. de duración / Promotor: Diana Franco
Fernando Figueroa
Presenciar un show de Carlos Cuevas en el Lunario es entender por qué al ganador del Festival Internacional OTI de 1990 se le conoce como El Rey del Bolero. Observar al intérprete sirve para comprender lo que es el timing en un ambiente de bar, esta vez acompañado de un eficiente grupo musical con virtuoso trío de guitarras integrado. Aunque el vocalista inicia el espectáculo diciendo que está un poco nervioso, a los pocos minutos se mueve en la tarima y entre las mesas con el poder y la serenidad de un león en la selva.
Abandonarse al espectáculo de Cuevas en esta cueva tiene que ver con romper prejuicios y zambullirse en el mar de la nostalgia con canciones tan variadas como “Desahogo” de Roberto Carlos, “Sin ti” de Pepe Guízar, “El andariego” de Álvaro Carrillo y “El breve espacio” de Pablo Milanés, entre muchas otras. Verlo festejar veinte años de carrera artística es atestiguar un acto que entreteje los lazos de sangre, con la amistad y el talento: un banquete donde desfilan, como invitados de honor, su hermana Aída (excelente en “¡Cómo han pasado los años!”), su sobrino Rodrigo (un poco verde pero con mucho empuje), Yoshio (interpretando una singular versión en japonés de “A mi manera”), y Arturo Castro con ese par de joyas surgidas de su imaginación: “Y después del amor” y “Yo sin ti”, que remiten a la época dorada de Los Hermanos Castro pero con asidero en el presente gracias a la vigencia de los temas.
Cruzar la frontera del desvelo en este ambiente noctámbulo es participar activamente tratando de cantar con decoro fragmentos de “El reloj”, “No me vuelvo a enamorar”, “Si nos dejan” y “Nosotros”, aunque de pronto surgen personajes muy bien entonados ante el micrófono y ante el escrutinio general. Presenciar esta fiesta es navegar en un barco con rumbo al olimpo de dioses-compositores que inundan la penumbra. Aquí todas las melodías tienen un hacedor y alguien que las recrea con gran sensibilidad. En representación de todos sus colegas, Jorge Avendaño escucha el concierto desde una mesa y Cuevas lo homenajea cantando “Nadie como tú”. Y al cantante, dedicado de corazón a su arte y quien desde hace dos décadas no vende guapura sino talento para elegir su repertorio e interpretarlo con un estilo que no se parece al de nadie, le es entregado un merecido reconocimiento de su casa disquera.
Sentir un show de Carlos Cuevas es vivir el amor y el desamor en 120 minutos. Salir del Lunario luego de consumir esta sobredosis de bolero equivale a recibir una transfusión sanguínea para hacerle frente a la vida con un cargamento de letras y melodías inmortales, y la certeza de que el bolero es capaz de transformar un momento cualquiera en una noche perpetua.
Programa
Un bolero
Consentida
Miénteme
Tú ya sabes cómo
Escándalo
El despertar
Luz y sombra
Desahogo
Luz de luna
Amnesia
Nuestro juramento
Una mujer
Nadie como tú
El breve espacio
Con Rodrigo Cuevas
Lágrimas negras
Con Aída Cuevas
Cómo han pasado los años
Promesa de amor
Cuando el destino
Con Yoshio
A mi manera
Con el público
El reloj
No me vuelvo a enamorar
Si nos dejan
Nosotros
Con Arturo Castro
Yo sin ti
Y después del amor
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