Función única / 2:30 hrs. de duración
Patricia Ruvalcaba
Al dicho popular El que mucho abarca poco aprieta bien podría agregársele: excepto Rubén Blades. El músico panameño es un raro concentrado de cualidades estéticas, morales e intelectuales que lo han convertido en un ícono de la cultura musical latina. Cantante, compositor, actor, productor musical, impulsor de talentos, político, abogado por los derechos humanos en el mundo, Blades es un monstruo capaz de renovar los cánones de la salsa –junto a Willie Colón, la jazzeó y le dio tratamiento de crónica social, en los años setenta y ochenta—, proponerse como candidato presidencial de su país o desafiar a la industria disquera lanzando su producción más reciente, Mundo, en internet y permitiendo que los consumidores paguen lo que quieran por la descarga en sus computadoras. En el ámbito de las ideas, ha sido un promotor inteligente y ejemplar del progreso espiritual y material de Latinoamérica: habla de combatir la corrupción, la injusticia social y el abuso, pero también la ignorancia, la dejadez, la mediocridad y el conformismo. Este justo reparto de responsabilidades entre gobernantes y gobernados es uno de los ejes temáticos de la obra de este notable artista.
Por todo esto, y porque Blades ha anunciado un probable retiro temporal de la música en 2004 para dedicarse a su familia y al trabajo político en su país, fue un doble privilegio tenerlo en el Auditorio Nacional, “donde no había tenido el valor de presentarme anteriormente”, como confesó él mismo, al inicio del concierto.
La ovación de recibimiento duró unos tres minutos. La andanada de aplausos estaba cargada de afecto, y un Blades vestido de negro la recibió conmovido. Antes, el premio Nobel Gabriel García Márquez había sido vitoreado, mientras se instalaba en su lugar. “Dos sucesos se recuerdan hoy, 11 de septiembre: el golpe militar contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende, en Chile, en 1973, y los sucesos terroristas en Estados Unidos. Doy mi pésame a las víctimas de los dos hechos”, dijo el creador de “Pedro Navaja” al leer un texto a manera de saludo. Luego, como un maître describe a sus comensales las delicias que les esperan, explicó al público –diverso, atento— el plan de la velada: los protagonistas de la primera parte serían el ensamble costarricense Editus, el gaitero irlandés Eric Rigler –quien intervino en los soundtracks de las películas Titanic y Corazón Salvaje- y el grupo brasileño Boca Livre, quienes ofrecerían una muestra de sus colaboraciones con el panameño –algunas piezas figuran en Mundo- y de materiales propios. En la segunda, el cantautor repasaría su trayectoria musical.
Sin escenografía, con sólo juego de luces como cómplice, se inició la degustación. Editus hizo alarde de su amplio registro, que va de la música clásica a la popular, Boca Livre conmovió con sus impecables arreglos corales, y Rigler efectuó piruetas de escalofrío con auténtico sabor celta. Todos estos manjares, con ingredientes culturales propios de los ejecutantes, como toques arabescos o flamencos, hindúes, jazzísticos, fueron servidos sobre una cama de ritmos afrocaribeños, lo usual en Blades: guaguancó, son montuno... El público apreció la calidad de la merca y ofrendó sus palmas, pero eran perceptibles las ganas de escuchar los temas clásicos de quien es considerado un salsero mayor.
Mundo es un trabajo de fusión explícita que, según el compositor, pretende rascar en la memoria genética de la humanidad para reelaborar un patrimonio cultural común subyacente en ella y que carece de adscripciones geopolíticas. Pero viéndolo bien, si algo ha caracterizado al autor de “Maestra vida”, es su plasticidad, su capacidad para desbaratar moldes y aventurarse a explorar con ritmos. Lo mismo ocurre con las letras, que pueden funcionar como denuncia social, crónica de la cotidianidad urbana, canciones amorosas llenas de fascinación por la mujer, o instrucciones para superarse internamente. Así, la fusión y el riesgo son dos de sus insignias. Esto mismo le ha permitido colarse tanto en oídos habituados al pop como en espíritus exquisitos.
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Foto: Colección Auditorio Nacional |
“¡Y ahora, para los salseros bien portados...!”, dijo, y despertó el júbilo general. “Decisiones” –sobre las consecuencias de los actos y las omisiones-, “Plantación adentro” –la rudeza de la esclavitud-, “El padre Antonio y el monaguillo Andrés” –homenaje a Arnulfo Romero y su lucha social-, “Todos vuelven” –la fuerza del origen—, “Parao” –diatriba contra los autosabotajes-, “Ligia Elena” –el valor relativo del dinero. Subió la temperatura y de pronto, todo mundo se agitaba en su asiento, y algunas parejas bailaban en los pasillos. “Los ideales no funcionan si uno no los defiende”, aleccionó. El ambiente bordeaba la locura cuando se sirvieron los postres y todo mundo cantó “Pedro Navaja”, “Tiburón” y “La murga de Panamá”. El sedimento final fue la certeza de haber escuchado música vital y de excelencia.
Cronología
1948 Nace el 16 de julio en la ciudad de Panamá. Con su madre pianista y su padre percusionista, crece escuchando música de todo el mundo.
1958 Queda profundamente marcado al presenciar conciertos de Benny Moré y Frankie Limón & The Teenagers. Su hermano, baterista de un grupo de rock, lo incorpora como vocalista.
1966 Se inicia como cantante solista y lanza su primer disco. Dos años después, se va a Nueva York a probar suerte.
1968 Pete Rodríguez lo integra entre los artistas del disco De Panamá a Nueva York, que no resulta exitoso. Regresa a Panamá a terminar su carrera de derecho. Por problemas políticos, su familia emigra a Miami. De vuelta en Nueva York, Rubén trabaja en la casa disquera Fania, pegando sellos. Empieza a escribir canciones, algunas de las cuales son interpretadas por Tito Puente o Héctor Lavoe.
1975 Ray Barreto lo recluta como cantante. Se integra al selecto grupo de Fania All Stars. Conoce a Willie Colón, con quien inicia una fructífera colaboración. Ambos revolucionan tanto la forma como los contenidos de la salsa, volviéndola cosmopolita. El ejemplo que mejor ilustra este resultado es “Pedro Navaja”.
1983 Forma su propia agrupación: Seis del Solar, con la que crea nuevos experimentos: la ópera-salsa, la salsa-novela, en un cd con piezas inspiradas en cuentos de García Márquez.
1985 Se gradúa en derecho internacional en la universidad de Harvard. También lleva una carrera como actor de cine.
1986-1993 Consolida su actividad musical, con su grupo Son del Solar, para alejarse de la salsa y enrolarse de lleno en las llamadas músicas del mundo. Se inicia como productor y promotor de talentos musicales y cinematográficos.
1994 Participa como candidato en las elecciones presidenciales de su país; su partido, Movimiento Papa Egoró (Madre Tierra), obtiene 20% de los votos.
2000 Es nombrado Embajador Mundial contra el Racismo por la ONU.
2003 Considerado por algunos Patrimonio Nacional de Panamá, con cuatro premios Grammy, casi 30 películas y 30 discos en su haber, y con la determinación de regresar a su país a colaborar en un cambio político, hace su debut en el Coloso de Reforma. (P.R.)
Programa
La rosa de los vientos
Primogenio
Juan Pachanga
Decisiones
Pablo Pueblo
El Padre Antonio y el monaguillo Andrés
Plantación adentro
Todos vuelven
Consideración
Sebastián
Hipocresía
Sicarios
Te están buscando
Parao
Amor y control
Ligia Elena
Tú y mi ciudad
Maestra vida
Pedro Navaja
Tiburón
Patria
La murga de Panamá
Discografía
1970
De Panamá a Nueva York
1975
Rat Barreto y su orquesta
1977
Metiendo la mano
1978
Siembra
1979
Bohemio y poeta
1980
Maestra vida I
Maestra vida II
1981
Canciones del solar de los aburridos
1982
The Last Fight
1983
El que la hace la paga
1984
Mucho mejor
1984
Buscando América
1985
Escenas
1987
Agua de luna
Doble filo
1988
With Strings
Nothing But The Truth
Rubén Blades y Son del Solar
1989
Live
1991
Caminando
1992
The Best
Amor y control
1994
La Leyenda
1995
Tras la tormenta
1996
La rosa de los vientos
1997
Fania All-Stars
1999
Tiempos
2001
Siembra y otros favoritos de la salsa
2001
Mundo
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